La banda sonora nacional
DARIELA AQUIQUE LUNA | La Habana | 1 Jun 2015 - 7:58 am.
En medio de todo el ruido ambiente, pensando en una Cuba en voz baja.
Ruido (del latín rugitus, rugido) es el término que define a sonidos
inarticulados, inarmónicos y confusos. A un follón o alboroto de voces.
Al conjunto de interferencias que acompañan la transmisión en las
telecomunicaciones. O a un estrépito hecho con un fin particular.
Hoy, de pronto, reparé en que la diaria banda sonora nacional está llena
de ruidos. Y que he estado viviendo siempre en medio de un bullicio
permanente.
Cuando era niña, eran frecuentes los desfiles, las marchas, las
concentraciones. Coros de consignas, congas y tumultos. En la escuela
nos enseñaron que los lemas se decían con energía, en alta voz.
"Pioneros por el comunismo, seremos como el Che", era como el grito de
guerra de los retoños de "hombre nuevo".
Hasta los interminables discursos del Comandante en Jefe aparecían en
altos decibelios. Amplificados en las plazas. Las bocinas colocadas en
todas las esquinas, para que nadie se quedara sin oírlo: fuerte y claro.
Bien aprendido de los antiguos romanos, "¡Al pueblo pan y circo!" (ni
tanto pan, sí mucho circo), hasta en los momentos más difíciles de la
vida de los cubanos se hacen fiestas populares. El Partido y el Gobierno
orienta jolgorios con pretextos políticos, históricos o porque el equipo
Cuba de pelota ganó en algún certamen internacional.
Y la gente va a los carnavales, a las verbenas, a los bailables. Aunque
no les alcance el dinero, van a gastarse el último centavo del mes en
cerveza y a bailar y a tararear la última canción de Los Van Van, o del
cantante u orquesta de moda. A pegarse al lado de los bafles, a que el
ruido les nuble el sentido.
Esta tarde, intentado reposar en el sofá sentí el insoportable chirrido
de las carriolas que fabrican los niños con pedazos de madera y cajas de
bolas. Ellos juegan con eso porque sus padres no pueden comprarles los
juguetes en las shoppings, donde un pequeño robot de juguete tiene el
precio de dos salarios medios. A lo que habría que agregar el estrépito
de carretillas de metal que cargan barriles de agua, porque la sequía
está haciendo de las suyas.
Pensé en aquella caótica polifonía cotidiana. Ladridos de perros
callejeros. Reverberaciones de motores de carros viejos, mil veces
reparados, readaptados. Gritos de personas que se hablan de una acera a
otra, de un balcón a otro, gentes que se avisan a voz viva si llegó el
pollo a la carnicería. Como fondo ese guirigay tiene golpes de pelotas,
porque los jóvenes juegan fútbol o béisbol todas las tardes en medio de
la calle. Música alta en casa del vecino. Pregones de vendedores ambulantes.
Y en mi vida estridente, extraño esos meses en que estuve de visita en
el extranjero y adoro el suburbio donde vive mi hermano, añoro aquel
adorable silencio.
Pienso en una Cuba en voz baja, casi logro el sosiego.
¡Pero el vecino de los altos ha dejado caer un objeto! Y la señora de
enfrente le grita a la de al lado que recoja la ropa, que está lloviznando.
Pierdo las esperanzas de disfrutar de un poquito de bendito silencio. Mi
pareja me dice: "Esta es la banda sonora nacional".
Source: La banda sonora nacional | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1432112048_14663.html
lunes, 1 de junio de 2015
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