martes, 24 de febrero de 2015

El salto del ángel

El salto del ángel
[24-02-2015 12:03:30]
Martín Guevara Duarte
Escritor

(www.miscelaneasdecuba.net).- Tenía un conocido al cual quería bastante,
pero ello no me impide decir que parecía el tipo mas bobo del mundo.
Durante unos años, cuando era niño no le cabía duda alguna de que era un
boludo, se lo decían sus padres en chistes y broncas, y lo sabía por el
rabo del ojo. Las cosas que se ven con el rabo del ojo, en cantidad son
menor que las que se ven de frente, pero siempre son más importantes.
Con los años por una razón de supervivencia pasó a destruir la belleza
que habitaba en su interior solitario y triste para reconvertirse en un
jodedor, sin que su madera fuese realmente esa, y con el tiempo, la
verdad es que tampoco le fue demasiado mal.

Aunque impuesto, el carácter "fiestero" terminó por no disgustarle del
todo, y aprendió que encerraba modos de comunicación a los cuales su
timidez jamás tendría acceso.
Luego una cosa llevó a la otra, un vaso al
de más allá, una mujer a la de al lado y la bola rodó hasta el borde
mismo del abismo. Pero nunca cayó.
¿Saben por qué? porque mi amigo tenía
un ángel de la guarda.

Tremendo cabrón ese ángel, siempre andaba de parranda de tal manera
borracho que se caía, riéndose desde la mañana a la noche. No obstante,
cuando de verdad, cuando en serio lo precisaba, ahí estaba él para
auxiliarlo. 
No le había tocado el mejor ángel de todos atendiendo a los
cánones angelicales de la eficiencia y la seriedad, pero en el de la
gracia y la improvisación, la verdad que tuvo pocas quejas. 
El mismo
ángel se encargó siempre de encontrarle los mejores amigos. Mi amigo no
tenía una maravillosa relación familiar - No es culpa de nadie- le solía
decir el ángel - ¡c'est la vie!

Así pasaron años uno cerca del otro pero en lo cuales no necesitaron
comunicarse de una forma obvia y expeditiva, aunque a la sombra el beodo
milagrero se encargase de los detalles del decorado de la vida de mi
amigo, que luego de formar familia adquirió una carácter social más que
aceptable y hasta de cierto éxito personal.

Un día de repente el ángel se fue y él se dio cuenta cuando más lo
necesitaba. A raíz de una decepción sorpresiva como toda decepción, se
quedó con el pecho oprimido, el alma hundida y la mente perdida, y no
paraba de llamar a su ángel.

Empezó a desvariar por los cafés de las ciudades buscando al pícaro
bebedor, y así mi amigo volvió al trago, a las mujeres, a los colegas de
la noche, hasta que nuevamente llegó al borde del mismo abismo en el
cual había estado hacía un largo tiempo atrás asomando su napia.

Cuando vio la altura sintió la atracción del vacío, buscó desesperado a
su alrededor al ángel que nunca lo había abandonado en los momentos más
difíciles para que lo asistiese sobre que hacer, pero no estaba allí.

Llegado ese momento él tenía la certeza de que su destino era saltar,
sabía que lo había retrasado un tiempo para darse el gusto de
representar un rol que le habían negado y durante una temporada le salió
bien, pero ya había llegado la hora.

Dejó el reloj en una roca, una foto, y se quitó los zapatos marrones de
suela de caucho.

Se lanzó al vacío sin mirar atrás, fue dándose algunos golpes contra las
rocas y antes del tortazo final, un abrazo fuerte lo sostuvo, ahí estaba
presto, con aliento a whisky barato su ángel, que con una sonrisa le
iluminó el alma y le susurró al oído:
-No te preocupes viejo bribón, jamás te abandonaría. Ahora nos vamos
juntos al salón contiguo, que acá ya se terminó la fiesta.

Source: El salto del ángel - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/54ec5a823a682e18d463cd7f#.VOxqWPnF9HE

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