noviembre 6, 2011
Fernando Ravsberg
HAVANA TIMES, Nov. 6 — "Los partidarios del secretismo han tratado de
hacer creer que a una revolución (…) no le hace bien airear las imágenes
de lo negativo (…) pero esto jamás podrá esgrimirse como un principio
legítimo. Los males deben conocerse para poder combatirlos y
eliminarlos", así el poeta y académico cubano Guillermo Rodríguez* se
suma a las críticas lanzadas desde todos los sectores contra quienes
dirigen la prensa en su país.
El artículo fue inmediatamente republicado por el Cantautor Silvio
Rodríguez, en su blog Segunda Cita. La sociedad es consciente de que la
prensa muestra un país que no existe, tanto que el trovador Carlos
Varela canta que ahora todos quieren vivir en el noticiero, donde hay de
todo y no cuesta dinero. Los periódicos inflan los más pequeños logros y
ocultan cualquier fracaso mientras esperan la "señal" de arriba para
publicar la versión oficial de los hechos.
Guillermo Rodríguez, un intelectual sin ningún antecedente opositor,
continúa afirmando que en la prensa no pueden circular únicamente
aquellos criterios que se consideren como "política oficial". Tienen
que circular valoraciones que enriquezcan el pensamiento, e incluso
contribuyan a modificar lo que es hoy la "política oficial": ese es un
acervo del que la sociedad no puede prescindir porque la nutre y la
desarrolla".
A pesar de que existen 3 periódicos nacionales, uno más por cada
provincia, varios canales de TV e innumerables estaciones de radio,
todos dicen prácticamente lo mismo y nunca un medio contradice la
versión oficial. Como por arte de magia, los periodistas pasan de
atacar a los trabajadores autónomos a elogiarlos apenas Raúl Castro
anuncia que cambió la política laboral del país. El periódico Granma es
la voz del Partido Comunista pero lo cierto es que el resto de la prensa
se comporta de la misma manera.
Las críticas al funcionamiento de los medios no solo vienen desde la
disidencia, también muchos intelectuales y no pocos comunistas creen que
las cosas deberían cambiar. El propio Raúl Castro, durante el Congreso
del Partido Comunista descalificó a la prensa cubana afirmando que es
triunfalista, estridente, formal, aburrida y superficial. Sin embargo,
los llamados a jugar un papel más crítico no han producido prácticamente
ningún efecto.
Mientras el país se aboca a la mayor reforma desde el triunfo
revolucionario de 1959, los medios de difusión se mantienen al margen.
El gobierno ataca la corrupción, encarcela dirigentes y destituye
generales, declara la guerra a la burocracia, desarma las granjas del
Estado y reparte las tierras entre los campesinos, despide a miles de
personas de las empresas estatales, autoriza el trabajo autónomo y la
pequeña empresa, reforma radicalmente el sistema educativo, levanta la
prohibición de hospedarse en los hoteles y los cubanos se convierten en
el segundo grupo de turistas tras los canadienses, permite comprar y
vender automóviles, anuncia una ley de migración que elimina
restricciones, libera a los presos políticos y conmuta la pena de muerte
a todos los condenados. Un verdadero huracán de cambios que ningún
periodista se atreve a calificar de "reformas" porque les orientaron a
decir que es un simple "ajuste del modelo".
No es menos cierto que desde el poder los periodistas reciben señales
contradictorias. El pasado año un importante intelectual, Esteban
Morales, fue expulsado del Partido Comunista por escribir un artículo
sobre la corrupción en las altas esferas, donde solicitaba que se
informara las razones por las que fue destituido el General Rogelio
Acevedo, ex director de la aviación civil. Unos meses más tarde Morales
fue reincorporado a la militancia pero no volvió a aparecer en los
medios a pesar de ser un destacado especialista en política estadounidense.
Tras el control de la prensa no solo hay intereses políticos, también es
un mecanismo de autoprotección de la burocracia que controla el aparato
económico nacional. Guillermo Rodriguez sostiene que no se debe
"invocar la defensa de la unidad del país para ocultar el mal manejo de
una administración" y afirma que hacerlo es devaluar un "principio
sagrado" usándolo para ocultar lo mal hecho. El desarrollo en los
medios de un periodismo de investigación independiente que destape la
corrupción y la ineptitud es la peor pesadilla de algunos burócratas.
Cuando murieron de hambre más de 30 pacientes del psiquiátrico ni un
solo medio de prensa cubano investigó lo ocurrido
Cuando murieron de hambre más de 30 pacientes del psiquiátrico ni un
solo medio de prensa cubano investigó lo ocurrido. Foto: Raquel Pérez
El intelectual cubano cuestiona también a "la prensa del mundo
capitalista (porque) responde a los intereses de sus propietarios" pero
inmediatamente vuelve a Cuba afirmando que "la prensa socialista ha sido
manejada por un partido único" y que los funcionarios que dirigen
utilizan esto para protegerse entre sí.
Muchos son los que han criticado durante los últimos años el periodismo
cubano pero Guillermo Rodríguez presenta además una propuesta, crear "un
cuerpo colegiado integrado por dirigentes partidarios e institucionales
pero también por trabajadores y personalidades de suficiente y probada
autoridad como para no disponer algo que vaya contra su conciencia y su
prestigio.
Este órgano debía proponer los directores de los periódicos, las
revistas y los espacios noticiosos radiales y televisivos de alcance
nacional, que serían electos por período de tres años, prorrogables a
otros tres".
Rodríguez plantea además que el aparato ideológico del Partido Comunista
–que hasta ahora ejerció un férreo control sobre los medios- deje de
dirigirlos y entregue el poder a los directores electos, quienes deberán
tener "plena autoridad para disponer lo que se publica y sólo serían
impugnables por tres razones: 1) porque publicaran información falsa
bien por mala intención y/o por probada negligencia en la indagación 2)
por ocultar informaciones que deben ser divulgadas; y 3) porque
publicaran información que atentara contra la seguridad de la nación".
(*) Guillermo Rodríguez Rivera, nacido en 1943 en Santiago de Cuba, es
poeta, ensayista y profesor universitario. Publicó varios libros, El
cuarto circulo, Canta, Cambio de impresiones, En carne propia y Nosotros
los cubanos. Obtuvo el premio cubano de La Crítica.
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