13-09-2011.
Elías Amor Bravo
Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Una vez más, nos llegan noticias de Cuba
que vienen a poner de manifiesto la notable separación que existe entre
el poder político (que lógicamente manipula los medios de información, y
trata la noticia de acuerdo con sus intereses) y la realidad social
existente en el país.
Se afirma que una sociedad está bien gobernada cuando sus dirigentes son
capaces de optimizar sus potencialidades con los recursos propios. La
experiencia de la globalización nos enseña que no necesariamente las
naciones con más petróleo o recursos naturales son las que ganan la
partida. Venezuela es un buen ejemplo del fracaso.
Por el contrario, la inversión en educación y formación proporciona
notables beneficios, pero siempre que ello se corresponda con un entorno
favorable a la actividad económica privada y a los emprendedores.
El régimen castrista nos proporciona un ejemplo de libro para entender
las consecuencias negativas de la disociación entre un grupo de poder,
ideológicamente poderoso, pero poco eficiente en sus políticas, el
comunismo castrista, y una sociedad vital, potente y creativa, como la
cubana.
Y el ejemplo nos lo proporciona un artículo en Granma en el que se hace
referencia a la reciente distinción Pergamino de Honor, que la división
HABITAT de las Naciones Unidas otorgó al Centro de Investigación y
Desarrollo de Estructuras y Materiales (CIDEM), de la Universidad
Central Martha Abreu de Las Villas, por su contribución al campo de la
vivienda en Cuba y el resto del mundo.
Vaya por delante, mi felicitación a este centro de investigación. No me
cabe duda de la competencia de sus miembros y del alcance de sus
trabajos, más aun cuando recibe un premio de una institución prestigiosa
de Naciones Unidas. Pero,¿existe alguna aplicación directa de sus
trabajos a la realidad económica y social de Cuba?
Cualquier observador independiente de la realidad del patrimonio de
vivienda de los cubanos en la actualidad, no puede menos que pensar que
este premio, aún cuando resulte merecido, no tiene una aplicación
directa en la sociedad cubana. Más bien, todo lo contrario.
Por mucho que el CIDEM haya sido juzgado por un comité científico
independiente y valorado de forma unánime por los miembros integrantes
del mismo, el alcance de sus propuestas, al menos en Cuba, es bastante
limitado o de un componente más teórico que práctico.
No sólo las viviendas en Cuba se caen por la falta de mantenimiento y de
materiales que la economía es incapaz de producir, si no que existe un
déficit estimado de medio millón de casas para atender las necesidades
básicas de la población.
La imagen de familias compartiendo un espacio limitado en edificios
derruidos en centro Habana, el destrozo y la erosión del patrimonio
urbanístico existente antes de 1959, la escasez de inversiones en
infraestructuras, son aspectos que modelan la imagen que se transmite al
exterior de Cuba, y desde luego, es la foto que los turistas se llevan a
sus países de origen cuando dan un pequeño paseo fuera de las zonas
reservadas para ellos. Situación que, por otra parte, se observa en
muchos otros países del tercer mundo, pero que a diferencia del régimen
castrista, no consumen recursos en una propaganda para presentarse ante
el resto de naciones como la vanguardia de no se sabe bien qué.
Parece que la labor premiada del CIDEM se ha dirigido a valorar sus
actuaciones en materia de "solución de los problemas de la vivienda, de
forma especial, de aquellos provocados por desastres naturales, además
de fomentar el desarrollo y mejoramiento de asentamientos humanos y la
calidad de la vida urbana".
Lo dicho, no parece que el jurado haya dado alguna vuelta por la Isla,
para comprobar el estado lamentable de la vivienda y de la calidad de
vida urbana, en cualquier caso, el premio ha podido estar justificado.
Nadie dice lo contrario, pero lo que no me cabe duda es que el poder
político, el castrismo, no presta la menor atención a los trabajos que
realiza esta institución, y mucho me temo, que ignora el alcance de sus
propuestas.
Producción con tecnologías sostenibles (sin duda, inexistentes en Cuba),
ecomateriales (habría que preguntarse a qué coste) y los proyectos de
gran impacto social (de los que en Cuba, ciertamente, con uno de los
porcentajes de inversión pública en el PIB más bajos de América Latina,
se conocen muy pocos).
Una vez más, y como sucede en otros muchos campos de la I+D cubana,
parece ser que los activos principales de CIDEM forman parte de esos
"intercambios" revolucionarios con los que el régimen lanza su política
hacia otros países del tercer mundo.
Al parecer, mientras que en Cuba poco o casi nada se hace en esta
materia, el instituto premiado por Naciones Unidas "ha logrado
implementar un modelo alternativo y descentralizado de producción de
materiales, —idea extendida a varios países en vías de desarrollo— a
través del cual se pueden atenuar los problemas de la vivienda a escala
de municipio; proyecto implementado hasta la fecha en 48 territorios,
para beneficio de más de 4 000 familias cada año". ¿De dónde, de Cuba,
de otros países?
Quiero lanzar un mensaje optimista. Cuando el modelo económico existente
en la Isla cambie, contar con este tipo de infraestructuras, como el
CIDEM siempre será positivo, si aparecen recursos económicos que puedan
financiar de forma estable y sostenible, sus actividades, lo que seguro
sucederá. La distinción, Pergamino de Oro, tal vez sea de las más
prestigiosas que se entregan por la ONU en el área de los asentamientos
humanos en el mundo, pero el régimen castrista a lo suyo y a
desaprovechar el verdadero potencial de la sociedad cubana. Así le han
ido las cosas durante medio siglo, y aspiran a seguir igual.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=33611
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