Wednesday, September 7, 2011 | Por Ilei de Jesús
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet) – En cuanto escuché la palabra
Internet, paré la oreja hacia los dos jóvenes detrás de los que me
acababa de sentar entre las raíces salientes de una ceiba, lugar en el
que varias personas esperábamos algún transporte que nos llevara a
nuestros destinos. Los jóvenes tendrían entre de 20 y 25 años, y tenían
aspecto de estudiantes.
-Lo bajé de internet -fue lo que escuché, que llamó mi atención.
-¿Y desde dónde entras a internet? -preguntó el segundo individuo.
-El Colorao montó un cibercafecito en su casa, a 1 dólar la hora. Es
nada más que para gente de confianza.
-¿Y se puede bajar lo que a uno le dé la gana? ¿Porno también?
-Lo que tú quieras.
En ese momento llegó mi ómnibus y me monté dejando a los internautas con
su plática.
Esta conversación me llevó a recordar cómo en la década del 90 la
dinámica natural con que se mueven las personas en la sociedad obligó al
gobierno a asumir la legalización del dólar. Se despenalizó a fines del
año 93, pero ya hacía mucho tiempo que las personas compraban y vendían
la divisa casi sin ocultarse.
Este destape, pudiéramos decir, de la compra-venta del billete verde,
fue lo que obligó a las autoridades a asumir la despenalización del
mismo, pues de no hacerlo hubiera parecido que el pueblo se burlaba del
poder represivo al hacer abiertamente algo prohibido. Y si realmente
hubieran puesto énfasis en reprimir el tráfico de moneda libremente
convertible, la mitad de la población, como mínimo, hubiera tenido que
ir a la cárcel.
Esto también sucedió con la aprobación del trabajo por cuenta propia, en
el mismo año 93. Igual que ocurrió con la divisa, también fue el empuje
de las necesidades sociales y el desacato del pueblo, sin que le
importara el posible castigo, lo que hizo que el gobierno aprobara el
trabajo por cuenta propia.
Hoy las redadas contra las antenas satelitales son el pan nuestro de
cada día, pero si observamos, veremos que hoy las quitan por acá y
mañana aparecen otras por allá. Cuando desarticulan una red aquí, al día
siguiente surge una nueva en otro lado. Esto no hay quien lo detenga,
nadie puede contra el ansia de los cubanos por lograr información y
entretenimiento, por ver y saber lo prohibido.
La conversación de los jóvenes sobre la existencia de un cibercafé
clandestino me indica que lo mismo que sucedió con la divisa, con el
trabajo por cuenta propia, y lo que está sucediendo con las antenas
satelitales, es lo que pasará con internet. Se multiplicarán los
pequeños cibercafés clandestinos, como el del Colorao, que tiene en su
negocio una fuente de ingreso y, simultáneamente, satisface las
necesidades de sus clientes por un precio muchísimo menor que el que les
cobra el estado socialista.
http://www.cubanet.org/articulos/internet-ya-viene-llegando/
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