FERNANDO SAVATER 13/09/2011
Dice la voz popular que en la turbia luz del crepúsculo todos los gatos
son pardos. También en el lento crepúsculo de las dictaduras, que a
veces dura décadas y siempre dura demasiado, los últimos burócratas que
se aferran al poder tratan de legitimarse secuestrando para su causa a
quienes la padecieron y se resistieron a ella. O sea, haciendo ver que
ya son también pardos, como el resto de los gatos domésticos sobre los
que siempre ejercieron su control. De modo que intentan echar el lazo a
escritores y artistas relevantes de la disidencia: si aún viven
exiliados, les ofrecen un regreso honroso a la patria, pero honroso
sobre todo para quienes les acogen después de haberles exiliado; si han
muerto en su rebeldía, fingen un reconocimiento tardío a sus méritos
ensalzando sus logros creativos para mejor difuminar su oposición al
régimen, que queda soslayado como algo circunstancial y menor.
Tal es la operación que pretenden hoy llevar a cabo los gestores del
castrismo casi póstumo con la figura intelectual del autor que de modo
más duradero, insobornable y consciente encarnó la denuncia de la
dictadura caribeña: Guillermo Cabrera Infante. Una instancia oficial, la
Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, edita un estudio sobre
su obra que abarca los primeros años del escritor hasta su alejamiento
definitivo del régimen y su abandono del país sojuzgado. En él se da a
la palabra a intelectuales que viven en la isla o fuera de ella para que
cuenten recuerdos e impresiones sobre GCI. Como no he leído todo el
libro no me atrevo a opinar, aunque en los fragmentos que conozco hay
cosas digamos...pintorescas.
Pero lo más chocante no son las presencias, sino una gran ausencia de
esas páginas. Falta la voz esencial de la compañera constante y más
intima colaboradora del escritor, Miriam Gómez. Cuantos conocimos a
Guillermo no podemos recordarlo ni imaginarlo siquiera sin Miriam. Fue
la primera lectora de todas y cada una de sus páginas, la destinataria
de muchas y la mecanógrafa que puso en limpio la mayoría. Ahora es ella
quien se encarga con amoroso cuidado de preparar para la edición sus
obras póstumas, así como de gestionar el resto de sus escritos, tras
haber rechazado ofertas sospechosamente generosas del oficialismo
cubano, probablemente más deseoso de enterrar esos libros que le
comprometen que de sacarlos a la luz. La ausencia de Miriam de esa tesis
es más significativa, más devastadoramente significativa sobre ella que
todos los testimonios recogidos allí.
Se quiere presentar la pieza académica como la reconciliación de Cuba
con GCI. Pero eso es un gran fraude, porque Guillermo jamás estuvo
enfrentado ni enemistado con Cuba ni con los cubanos. Todo lo contrario,
nunca la isla ni sobre todo La Habana fueron literariamente celebradas
con mayor amor, con más desgarradora nostalgia y con mejor conocimiento.
Y nadie vivió como él tan pendiente de la libertad secuestrada y los
padecimientos de los cubanos en la isla o en el exilio. No hay que
reconciliar a GCI con Cuba, con su Cuba: pero es el caso que con quien
quieren "reconciliarle" a título póstumo es con el castrismo, porque son
los castristas quienes consideran a sus enemigos "anticubanos" lo mismo
que los franquistas llamaban a los opositores del régimen "la
anti-España". Y esa reconciliación mientras la dictadura sigue
machacando a los cubanos jamás la hubiera consentido Guillermo.
Este es el abrazo del oso, el abrazo doloso que el castrismo agonizante
quiere dar a su incansable opositor para aprovecharse de su nombre. En
cambio, quienes deseen recordar de otro modo al verdadero GCI pueden
leer el número de homenaje que la revista ARS Magazine le dedica,
gracias a los desvelos de Zoé Valdés (el ejemplar se consigue en
http://arsatelier.magcloud.com ). No sólo excelente por las
colaboraciones, sino por las fotografías realmente únicas que las
acompañan: Guillermo puro, sin indeseables aditivos ni colorantes.
http://www.elpais.com/articulo/cultura/abrazo/oso/elpepucul/20110913elpepicul_3/Tes
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