Thursday, May 19, 2011 | Por Víctor Manuel Domínguez
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) – Los vendedores ambulantes no
tienen derecho a elegir un espacio para comercializar. Son obligados a
circular de esquina a esquina por la ciudad bajo el asedio de los
inspectores estatales. A pesar de la puntualidad en los pagos de la
licencia y el impuesto fiscal, a diario se les imponen multas por
detenerse a vender sus productos.
Los vendedores de tamales en Cabaigúan, los de percheros en Regla, o de
maní tostado en Luyanó, no saben cuántas horas o minutos tienen
permitidos para detenerse a pregonar y vender en un lugar. Tampoco los
amoladores de tijeras en Centro Habana, ni los granizaderos en el
Vedado. Mucho menos los rellenadores de fosforeras en Perico, y como si
fuera poco, tampoco lo saben los inspectores.
De acuerdo a las quejas enviadas a los diarios nacionales y
provinciales, muchos inspectores abusan de su poder. "No existe ser
humano capaz de caminar más de ocho horas diarias de trabajo bajo el
sol, sin detenerse. Me pusieron 250 pesos de multa por contravención"
-denuncio un vendedor.
Otro dijo que se veía obligado a desandar el Vedado loma arriba y loma
abajo, con un carrito de granizado lleno de hielo y las botellas de
sirope, sin apenas parar. Cuando se detuvo alrededor de una hora en una
esquina, le impusieron una multa de 500 pesos.
Según ambos afectados, cuando les preguntaron a los inspectores que los
multó cuál era el tiempo permitido para estacionarse en un lugar, les
respondieron que no sabían. Se determina por apreciación. Es decir,
cualquier vendedor por cuenta propia está sujeto al criterio de un
cuerpo de inspectores que al no encontrar una legislación que regule su
desempeño, la inventa.
La reglamentación oficial sobre los 178 empleos autorizados a ejercer
por cuenta propia, no contempla el tiempo de permanencia en un punto
como una de las contravenciones disciplinarias a tener en cuenta en el
caso de los vendedores ambulantes. Si bien detalla en qué consiste la
función, cuánto tributar, cuáles productos o servicios se pueden
ofrecer, con calidad e higiene, no regula el tiempo que se puede detener
un vendedor a comerciar. Los inspectores estatales son quienes violan la
ley. A ellos es a quienes debían multar. Como si la cantidad de multas
impuestas fueran una meta a cumplir, multiplican las contravenciones.
Roban con impunidad el esfuerzo del vendedor.
Ante la falta de control sobre el trabajo de los inspectores, los
vendedores se sienten desamparados. Muchos entregan la licencia y otros
planean hacerlo. Pierden dinero por las multas y la poca venta. Andan
como zunzunes que vuelan de flor en flor, pregonan de un lado a otro su
mercancía para huir del misterioso cronómetro con que miden la hora los
inspectores estatales.
http://www.cubanet.org/articulos/zunzunes-por-cuenta-propia/
No hay comentarios:
Publicar un comentario