Juan Gonzalez Febles
tonfaLawton, La Habana, 23 de mayo de 2011, (PD) Desde las páginas del
rotativo oficialista Granma recientemente reapareció el inasible y
elusivo "Gobierno Revolucionario". Nadie puede decir de forma autorizada
qué cosa es exactamente "Gobierno Revolucionario". Para muchos dentro de
Cuba, es una entelequia supra gubernamental que de vez en vez aparece
hierático y ambiguo para dictaminar de forma inapelable sobre cualquier
asunto político, social o económico de interés colectivo.
No se identifica con ninguno de los elementos que tipifican la
gobernabilidad "revolucionaria" cubana. Ni Consejo de Estado, ni Consejo
de Ministros, ni partido único. Es el fantasma o el demonio que aparece
cada cierto tiempo para pontificar y por supuesto, silenciar con
dictamen inapelable. Es la herramienta para el ejercicio de la dictadura
personal que sufrimos desde 1959, porque "Gobierno Revolucionario" es la
manifestación incorpórea de la voluntad omnímoda de Fidel Castro.
La última nota de esta entelequia política hace que algunos se pregunten
y otros confirmen que a fin de cuentas, el destino de la nación cubana y
el de más de once millones de cubanos, continúa en las manos de Fidel
Castro. Esta vez, "Gobierno Revolucionario" reaparece para mancillar y
descalificar a un opositor muerto en circunstancias dudosas en Santa Clara.
La disidencia interna acusa al gobierno militar
cubano de asesinar a Juan Wilfredo Soto García, Gobierno Revolucionario
ha dicho o al menos pretende decir la última palabra sobre este triste
evento. Desde la opinión de forenses pagados por el estado cubano,
Gobierno Revolucionario se repite en la negación y no permite la
realización de exámenes o investigaciones independientes que aporten un
nuevo enfoque u otra opinión sobre los sucesos de Santa Clara.
Parecemos revivir aquella vieja felonía aún sin castigo, en que un
remolcador se hundió en las aguas costeras de La Habana con hombres,
mujeres, ancianos y niños, sacrificados de forma aun impune por Gobierno
Revolucionario y su absoluta falta de compasión.
Gobierno Revolucionario nos remite a los peores momentos de
verticalismo, voluntarismo, intolerancia y crueldad de los últimos 52
años de vida republicana. Gobierno Revolucionario es responsable de las
persecuciones a homosexuales y otros diferentes, de las UMAP y de las
limpiezas políticas representativas de los últimos éxodos masivos. Puede
identificarse a esta entidad fantasma con todas y cada una de las
violaciones al derecho ciudadano de los cubanos, pero su saga continúa.
La confesión pública del general presidente Raúl Castro sobre los
incumplimientos de los lineamientos aprobados en los cinco congresos
anteriores al actual, ha sido responsabilidad de Gobierno Revolucionario
en su totalidad. Su reaparición podría ser preludio del eventual
incumplimiento de los cacareados lineamientos aprobados en el sexto.
Pero por otra parte, la reaparición de Gobierno Revolucionario podría
ser la cura de espanto necesaria para tanto charlatán que hay por ahí
por ese mundo, empeñado en ver reformas donde en realidad no las hay.
Entre tantos cubanólogos, políticos, diplomáticos y medios de prensa
dispuestos a conceder el privilegio de la duda al general Castro, uno se
pregunta: ¿Y qué podría hacer el pobre hombre si Gobierno Revolucionario
aparece y echa atrás cualquier cosa entre lo ya pensado, consensado y
decidido? ¿Se imaginan que Gobierno Revolucionario, a partir de
cualquier broma divina o diabólica, consiguiera vivir, digamos quince
años más? De seguro habría que convocar un nuevo congreso (el 7mo.) para
prolongar los dos plazos de cinco años auto-concedidos en el Sexto.
Cabe preguntarse, ¿qué tiene que hacer Gobierno Revolucionario en plena
usurpación de funciones del Ministerio del Interior en el reciente
incidente de Santa Clara? ¿Podría alguien explicar qué lugar ocupa en el
organigrama actual del gobierno y el estado cubano? ¿Cómo resulta
posible que el órgano oficial del minoritario y único partido
gobernante, el rotativo Granma, publique notas a cargo de tal entidad
fantasma?
Resulta singular y a la vez patético que algún gobierno democrático sea
capaz de negociar y conceder credibilidad a un gobierno sujeto a los
cambios de humor de tal entidad. ¿Cómo puede confiar alguien en un
gobierno incapaz de respetar sus propias leyes y sujeto al humor
incierto de una entidad que nadie acierta a decir qué es exactamente?
Ciertamente, alguien debía aclarar qué diablos es realmente "Gobierno
Revolucionario", que determina sus apariciones y hasta cuando
conviviremos con su impune y omnisciente presencia.
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