jueves, 20 de abril de 2017

Otra historia del derroche de los Castro

Otra historia del derroche de los Castro
El despilfarro de ambos dictadores no ha tenido parangón en la historia
de Cuba
Jueves, abril 20, 2017 | Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba.- El derroche de los gobernantes Fidel y Raúl Castro no
ha tenido parangón en la historia de Cuba.

Las consecuencias se ven a diario: los cubanos no dan valor a lo poco
que poseen y roban o malgastan los bienes del Estado, sin importarles
las "conquistas alcanzadas".

Una breve observación nos remite a hechos que la prensa nacional ignora
y mucho más los historiadores oficialistas. Hacen énfasis en las
indisciplinas sociales, el desánimo del pueblo, pero callan la verdadera
causa: el mal ejemplo que han recibido de los Castro, y su despilfarro a
ojos vista.

Decir que todo comenzó con la gran inversión que hizo Raúl Castro, en
sus inicios como jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), para
crear un ejército, no sería erróneo. El pretexto era una posible
invasión de Estados Unidos. Se lanzó al gasto a sabiendas de que jamás
habría podido enfrentarse a un armamento de alta tecnología, ni aún con
su ejército, el más costoso de América Latina.

Los regalos personales de Fidel Castro en los años sesenta del siglo
pasado llegaron a provocar extrañas misiones. Recordemos que para
obsequiar ranas toros vivas y helados Coppelia al viejito vietnamita Ho
Chi Minh, hizo atravesar medio mundo a aviones cubanos, con escalas en
varios países, a un costo que podemos imaginar. Todo lo contó la colega
Rosa Miriam Elizalde por los días 20 de junio de 2007, en el periódico
Juventud Rebelde, como la cosa más natural del mundo y Marta Rojas, lo
confirmó en el mismo medio:

"A los vietnamitas les encanta el helado de frutas naturales (…) Fidel
debe haberse enterado y en uno de esos gestos que muestran su delicada
ternura, le envió al amigo nuestro Coppelia, no una vez, sino varias veces."

Hasta contó las penurias de los aviadores, cuando tenían que guardar las
ranas toros en las bañeras de los hoteles donde hacían escala, pescarlas
una a una para que pudieran llegar a su destino.

En 1972, en una de sus visitas a la entonces República Democrática
Alemana (RDA), Fidel tuvo la "gentileza" de regalar a ese país la isla
Cayo Largo del Sur, situada al suroeste de Bahía de Cochinos, con quince
kilómetros de largo y uno de ancho. Los alemanes, agradecidos, la
nombraron Ernesto Thaelmann, en honor al político fusilado en 1944,
donde colocaron su busto.

Más de veinte años después, las instalaciones de la isla casi fueron
destruidas por el huracán Mitch, así como el busto del líder alemán. En
2001, los alemanes reunificados decidieron ponerla a la venta. Imagino
la vergüenza que pasaría Fidel, quien para evitarlo, aclaró que el
regalo había sido simbólico.

El 11 de enero de 1980, murió Celia Sánchez Maduley. Su sofisticado
apartamento, todo un "búnker", en el Vedado habanero, aunque Fidel no lo
frecuentaba, durante décadas continuó en activo, con su costosísimo
ritmo de vida, admitido este por la nueva administración raulista: una
guarnición de Seguridad Personal compuesta por cincuenta escoltas que
controlaban a todo el que pasara por sus alrededores a través de cámaras
de vigilancia de moderna tecnología, colocadas sobre los edificios
colindantes.

Hoy, como algunas "cosas" han desaparecido, los gastos del inmueble se
han reducido. Se presume que solo quedan allí la cama que mandó fabricar
Celia en forma de bohío para Fidel, el viejo Mercedes blindado que le
regaló Saddam Hussein, guardado en el garaje, la piscina climatizada,
una cancha de baloncesto, exóticos helechos provenientes de las montañas
orientales de la Sierra Maestra y las palomas que cuidaban los soldados
en sus largas horas de aburrimiento.

Luego del retiro político de Fidel Castro en 2006 a Punto Cero, el
mantenimiento de este misterioso feudo, cerrado al pueblo y con varios
kilómetros de extensión, también representa un gran despilfarro, por la
cantidad excesiva de guardaespaldas, jardineros, domésticas, cocineros,
degustadores, cámaras de Seguridad colocadas en los árboles, etc., más
una alimentación adquirida en el capitalismo.

Pero aún muerto Fidel, vecinos de los poblados de Jaimanitas, Santa Fe y
Cangrejera que trabajan allí, comentan que en Punto O, la vida sigue
igual, con un alto presupuesto aprobado por su hermano sucesor.

El costo de ese despilfarro, en un país tan pobre, algún día se sabrá,
como los prolongados funerales del 2016, con la consabida parálisis de
la producción económica durante días, el riguroso protocolo militar para
cuidar las cenizas empotradas en una roca, la propaganda a favor del
régimen en los medios de prensa, las movilizaciones, las visitas pagadas
a personas extranjeras con fines propagandísticos y un largo etcétera.

Source: Otra historia del derroche de los Castro CubanetCubanet -
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