domingo, 21 de mayo de 2017

Los prejuicios de un banco de sangre

Los prejuicios de un banco de sangre
MARTA REQUEIRO, Miami | 21/05/2017

Aún lo veo con su pelo negro, ensortijado, y una gran moña cayéndole
sobre la frente, su piel color canela y su amplia sonrisa, que me
regalaba sin el mayor esfuerzo. Era mi amigo inseparable de la ESBEC 16
de Isla de La Juventud, donde cursábamos el octavo grado. He olvidado su
nombre pero su cara y su pena no se me borrarán jamás.

Se burlaban todo el tiempo de él porque era amanerado, porque al correr
sus brazos parecían de trapo. Me contaba que se le hacía imposible
dormir una noche entera, que le orinaban en la cara y lo acosaban en las
duchas. Sus padres habían acordado becarlo para que se hiciera hombre.

Al regreso de los pases (vacaciones) venía peor, no encontraba paz ni en
la escuela ni en su casa, sino solo cuando podíamos sentarnos lejos de
todos a conversar y a reírnos. A mediado de los años 70 su condición era
un martirio . No encontraba cabida en la escuela y yo sufría su calvario.

Hoy leo la noticia de que en el Banco de Sangre Provincial de Sancti
Spíritus, detrás del buró de la recepcionista, se exhibe un cartel que
deja claro que en Cuba hay segregación. El cartel reza: "Hay conductas y
actitudes individuales que las leyes no prohíben, pero que pueden
constituir un riesgo de transmisión de enfermedades a quienes las
practican. Se recomienda a estas personas autoexcluirse y abstenerse de
donar su sangre. Entre ellas están: practicar el homosexualismo,
practicar el bisexualismo, practicar la promiscuidad sexual [...]" Y
concluye: "Si estás en alguna de estas situaciones: ¡Autoexclúyete!"

Como un flash me vino la imagen de mi amigo a la memoria: El paseo
dominical en el transporte escolar hasta la presa El Abra que hizo muy
callado y recostado en el cristal; y luego el momento en que quedó
sumergido en las aguas sin poder ser hallado, y su asiento vacío de
regreso al plantel. Ahora me pregunto: ¿Cómo en, pleno siglo XXI, pueden
mantenerse conceptos tan erróneos que prohíban a alguien, por su
condición sexual, realizar una labor enaltecedora como es la de
convertirse en donante? Preocupa que una institución perteneciente al
Ministerio de Salud Pública tenga criterios errados con respecto a los
comportamientos e inclinaciones que se manifiestan en la sexualidad humana.

Víctor González, licenciado en enfermería y subdirector del Centro,
asegura que la campaña solo busca orientar a la población sobre los
requisitos de salud que los donantes deben reunir para que su sangre sea
utilizada.

Se creyó por mucho tiempo que los homosexuales eran los culpables de la
aparición y expansión del VIH, pero estudios científicos se han
encargado de desmentirlo. Si bien es cierto que es más frecuente en
hombres que en mujeres, ya se sabe que se debe a la falta de protección
en el momento de las relaciones sexuales.

Además, los primeros contagios comenzaron en África y se dieron entre
personas heterosexuales, lo que demuestra, que el Sida no tiene rostro.
Para algunos expertos en la materia, una persona promiscua es aquella
que tiene más de dos parejas en el año y esto se ajusta tanto a
homosexuales, bisexuales, heterosexuales o transexuales.

La forma en que encontramos placer no es de la incumbencia de nadie,
mucho menos de un Banco Provincial de Sangre que debe mantener su
excelencia haciendo cumplir una serie de pasos que van desde la
detección en el servicio primario de la salud de quienes pueden donar de
forma voluntaria, hasta los análisis de las muestras para corroborar la
calidad y tipo de sangre, sea quien sea el individuo.

Source: Los prejuicios de un banco de sangre -
http://www.14ymedio.com/blogs/cajon_de_sastre/prejuicios-banco-sangre-Cuba-cubanos-VIH-homosexuales-LGBTI_7_2221647814.html

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