sábado, 20 de mayo de 2017

A derrumbar las estatuas feas!

¡A derrumbar las estatuas feas!
JOSÉ HUGO FERNÁNDEZ | Miami | 20 de Mayo de 2017 - 13:17 CEST.

Deben ser muy pocos los cubanos adultos que no conservan fresca en el
recuerdo la imagen de alguna estatua fea. Si alguna vez fue realmente
aplicable el igualitarismo entre nosotros, pudo ser en la repartición de
estatuas feas. Hay tantas en la Isla que tal vez alcanzarían a razón de
una para cada uno.

En lo que a mí respecta, ya elegí la que me toca. Es la del
general Máximo Gómez (nadie menos) que está situada en una de las más
populosas esquinas de Marianao, Avenida 51 y Calle 124. Desde que tuve
uso de razón nunca pude pasar por esa esquina sin que se me cayera la
cara de vergüenza al ver aquella estatua de bronce con base de granito
rojo que algún desaforado con vocación de cualquier cosa menos de
escultor se atrevió a moldear en homenaje al ilustre guerrero.

Es una rechifla a la gallardía del prócer. Amasijo con la cabeza más
grande que el tórax y la quijada más grande que la cabeza, suerte de
batiburrillo entre E.T. y el Monstruo de la Laguna Negra, aunque
tirando, sobre todo, a réplica de alguna de las tortugas ninjas. Y aún
peor que la estatua es el ensañamiento que implica haberle cifrado el
nombre de El Generalísimo en un lateral, como indicando de antemano
quién es, para atajar perspicacias.

No es el único esperpento escultórico, así que hay para escoger. Ni
siquiera es el único que afecta la memoria del tan respetable general
Máximo Gómez. De momento, me viene al recuerdo el busto suyo que
descansa sobre una columnata de cemento crudo justo en la casa donde
murió (Calle D, esquina a 5ta, Vedado), cuya situación es aún más penosa
que la de Marianao, pues este busto, feo de por sí, ha sido afeado hasta
el colmo por la indolencia y el abandono.

Tampoco podría dejar de mencionar algún otro caso, pocos, para que cada
cual tenga la oportunidad de elegir su propia estatua fea. Y si no les
ayuda la memoria, solo necesitan darse una vuelta (física o a través de
internet) por la habanera Calle G, o Avenida de los Presidentes, donde
hay varios ejemplos que en verdad espantan, sean viejos o nuevos, entre
ellos, una estatua de Bolívar que fue colocada no hace muchos años.
Mención aparte requeriría la titulada Victoria de Cabinda, que está en
Alamar, una gigantesca mano haciendo de peineta, que le mete miedo al susto.

En fin, lo dicho. Cada cual podrá elegir su propia estatua fea. Que hay
dulces para todos.

Ciro Bianchi Ross, por su parte, también acaba de elegir la suya. A este
pobre hombre, intelectual cubano reconocido en la Isla —sobre todo por
alcahuete y amanuense del régimen castrista—, no le gustaba la estatua
de Julio Antonio Mella que estuvo ubicada, hasta hace pocas semanas, en
la Manzana de Gómez. Siempre se cuidó de no expresarlo públicamente, por
lo que parece. Pero de pronto ha confesado que era una mala pieza. Y es
cosa bien sabida por qué lo dice ahora, justo a raíz de la
perfomance-protesta realizada por el artista Luis Manuel Otero, luego de
que inversores extranjeros convirtieran la Manzana de Gómez en la lujosa
Manzana Kempinski, motivo por el cual les sobraba allí la presencia del
conocido líder comunista.

Desde luego que la estatua de Mella es lo que menos cuenta en esta
historia. Y está de más agregar que fue muy acertada su evacuación del
nuevo enclave comercial, pues nada ya pintaba en aquel sitio. Yo ni
siquiera creo en las estatuas. Aprobaría con gusto que fueran derribadas
todas las que no contengan auténticos valores artísticos, representen a
quien representen. Pero de lo que se trata es del ridículo argumento de
Bianchi Ross. O tal vez no.

Si realmente la estatua de Mella ha merecido ser anulada por ser una
mala pieza, también podríamos entender que la intelectualidad
oficialista se propone al fin una campaña para auspiciar el derribo de
todas las estatuas y monumentos que demuestran ser, a simple tiro de
ojo, malas piezas. Si es así, enhorabuena. Y por favor, no vendría mal
que los apoyemos, cada cual remitiendo a Ciro Bianchi Ross, en Juventud
Rebelde, el nombre de nuestra particular estatua fea.

Source: ¡A derrumbar las estatuas feas! | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1495138969_31223.html

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