domingo, 19 de marzo de 2017

Y tú, qué haces aquí?

'¿Y tú, qué haces aquí?'
JOSÉ HUGO FERNÁNDEZ | Miami | 19 de Marzo de 2017 - 09:39 CET.

Un amigo de la niñez en Cuba, que ahora vive en Europa, llamaba mi
atención en estos días sobre la notable cifra de compatriotas locos y
alcohólicos que se ven al caminar por la calle Ocho de Miami. Me
comentaba, medio en broma, que se había sentido tentado a preguntarle a
cada uno de esos enajenados: "¿Y tú, qué haces aquí?"

No es difícil conjeturar en torno a las respuestas que darían ellos,
teniendo presente, sobre todo, el estado en que se encuentran. Lo
difícil es aceptar sin más el supuesto de mi amigo, según el cual todos
los cubanos que huyeron rumbo al exterior durante el último despelote
migratorio debieron hacerlo motivados por las ganas de prosperar o al
menos de cambiar las bases de su existencia.

La verdad es que luego de haber nacido y vivido hasta la adultez bajo
las ruedas de ese devastador cilindro que es el totalitarismo fidelista,
lo anormal no es que pulule este tipo de cubanos, tanto en la Isla como
en Miami, sino que la mayoría de nosotros sigamos siendo normales, más o
menos, o pasemos como tales.

Sin embargo, víctimas ineludibles de aquella máquina de moler cabezas y
corazones, hasta los normales nos acostumbramos a ver como normal lo que
es anómalo. Y también vemos frecuentemente como anómalo lo que es común
y corriente.

Claro que suelen ser corrientes en Miami las historias de paisanos que
en Cuba no trabajaron nunca, ni se preocuparon por nada que no fuese
sentarse en las esquinas desde la mañana a la noche, a contar chistes y
chismes o a discutir sobre pelota. Pero les bastó poner un pie en tierra
extranjera para que la fuerza de las circunstancias les obligara a darle
un giro radical a ese comportamiento.

Y de igual modo son comunes los casos de otros que no se adaptan a las
reglas del juego en el mundo real. Entonces, en lugar de asumir como es
debido el nuevo escenario, pretenden ajustar el escenario a las reglas
de su malformación. Y como aquí ya todo está inventado, terminan por lo
general presos o alcohólicos o locos o queriendo irse de vuelta a su
tierra de inmundicias.

Somos dos caras de la misma moneda, por más que nos pese reconocerlo. Y
los motivos por los cuales reaccionamos en forma distinta y a veces
opuesta, se relacionan tal vez con las enseñanzas que nos impartieron
nuestros padres, a contrapelo de la educación oficial, o con algún que
otro legado de antiguas tradiciones familiares, o hasta quizá con el
misterio de la memoria genética, pero nada tiene que ver, en modo
alguno, con la vana presunción de que somos superiores, humanamente
hablando, a esos pobres diablos, locos y alcohólicos.

A ellos, como a nosotros, no les fue permitido en Cuba, ni por una vez,
conocer la felicidad. Y el hecho de que nosotros hayamos dispuesto de
una mejor preparación o de mayores recursos espirituales o mentales para
enfrentar la tragedia, no nos acredita suficientemente para erigirnos en
jueces de los más débiles, y no nos concede patente —porque ningún ser
humano la tiene— para mostrarnos despreciativos o indolentes ante su
desgracia, que también es nuestra.

No siempre el derecho legal, o el formal, son suficientes para validar
las razones de quien los ejerce. Y menos cuando tales razones,
racionales o no, contrarían el derecho de las personas a la vida, por
más anormal que sea su estado.

Por lo demás, a nadie debería sorprenderle que ante la pregunta: "¿Y tú,
qué haces aquí?", alguno de esos enajenados de las calle Ocho
respondiera: "Lo mismo que tú, huyendo de la catástrofe, pero
inútilmente, pues llevamos la catástrofe por dentro".

Source: '¿Y tú, qué haces aquí?' | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1489868214_29751.html

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