jueves, 19 de enero de 2017

Cuba (poco) libre y muy sexual

Cuba (poco) libre y muy sexual
Miércoles 18 de enero del 2017 | 17:47
El escritor cubano Juan Abreu publica sus Memorias, donde evoca la
revolución castrista… y cómo el sexo fue un modo de resistencia.

Por suerte para mí, pertenezco a una generación española que no ha
vivido ninguna guerra ni ninguna revolución. Nadie ha entrado a la
fuerza en mi casa con un patadón por todo saludo y la intención de
causarme algún mal con el sacrosanto argumento del Pueblo o la Patria,
dos de los pretextos bajo cuya bandera más sangre se ha derramado en el
mundo. Pero sí he conocido personas, todos lo hemos hecho, tan
miserables que estarían encantadas de enrolarse a una guerra o a una
revolución para pegar un tiro en la nuca al vecino y quedarse con las
posesiones del muerto …siempre "en nombre de la Patria" o "en nombre del
Pueblo", claro que sí. El libro de Abreu es un buen recordatorio de
ello, y de lo importante que es el amor y el sexo en tiempos donde tu
vida la regula un dictador.

"No hay mayor horror que la Patria", afirma con razón Juan Abreu en sus
recientes memorias Debajo de la mesa (Editores Argentinos, 2016). Este
relato autobiográfico de Abreu, compuesto por crueles y tiernas
impresiones de su infancia y juventud, se circunscribe en puridad a sus
primeros 28 años de vida, los que pasó en su país natal, la República de
Cuba.

LA REVOLUCIÓN AUTORITARIA
Hijo de familia humilde del barrio pobre de Poey, en la periferia de La
Habana, la vida de Juan Abreu cambió de golpe, como la de tantos
cubanos, con la toma del poder por el dictador Fidel Castro en 1959:
muchos ciudadanos se adhirieron a las nuevas consignas y "canalizaban su
odio hacia la vida y sus frustraciones sexuales a través del fanatismo
político. Ocurre con frecuencia". Otros mantuvieron su dignidad, pese a
que "la cortesía y los buenos modales se consideraban taras burguesas".

Según Abreu, siguieron décadas de miedo para miles de familias, pues se
recompensaba el ser delator del vecino; y también de hambre, debido a la
escasez perenne de artículos de primera necesidad. Por ese motivo, el
cronista recuerda vívidamente anécdotas como la primera vez que se lavó
la cabeza con champú (en casa de la enamorada de un privilegiado del
régimen) o la "profunda conmoción" que sintió la primera vez que entró a
un supermercado en Miami, ya exiliado: "Llevaba años aseándome la boca
con bicarbonato de sodio o, cuando faltaba el bicarbonato, con jabón.
Ante cientos de marcas de pasta dental, me eché a llorar".

En su libro, Abreu se refiere continuamente, con ironía, a la época
prerrevolucionaria y posterior dictadura como antes y después "de que
nos liberaran", momentos definitorios también en su relación emocional
con el mar que rodea Cuba: "Todavía el mar no estaba relacionado en mi
cerebro con el guardián riguroso de una prisión".

LA REVOLUCIÓN SEXUAL
Cuba es una nación profundamente sexual. Abreu lo fue también desde
niño, y de ello deja constancia en numerosos episodios escritos con una
sinceridad desarmante. Por ejemplo, relata desde el encuentro con una
adolescente a la que encontró masturbándose en el baño del funeral de su
abuela ("Contra la muerte, supongo, se pajeaba la muchacha") hasta las
propias sesiones en grupo con sus amigos varones, excitados por la
desnudez conjunta ("aunque esto no se reconocía jamás").

De ahí, el aprendizaje sexual pasaba por el espionaje a vecinas haciendo
sus necesidades, algunas exhibiéndose a sabiendas para ojos ajenos y
otras irrumpiendo en la precaria privacidad de las casas de Poey para
enseñar el ejercicio del placer… Incluso se menciona la zoofilia, que el
autor reconoce, en el pasaje más polémico, como una práctica habitual
entre su muchachada de los años 60: "El sexo con animales era bastante
común y en modo alguno demasiado vergonzante. Cuando fui lo
suficientemente hábil para convencer a una muchacha, las yeguas y las
chivas desaparecieron totalmente de mi horizonte sexual".

Pero ya adulto y bien canalizado, el sexo significó sobre todo una
actividad imprescindible para luchar contra lo gris de la sociedad
dictatorial… especialmente la homosexualidad, tan perseguida por el
castrismo: "Cuba ha sido siempre un país machista en el que los
homosexuales son seres humanos de segunda", opina Abreu, quien cree
firmemente que deberían estudiarse los suicidios de gays en su país
debido al acoso del sistema, ya que para él, muchos compatriotas
heterosexuales "van por el mundo despreciando y discriminando a los que
se atreven a ser libremente lo que ellos ocultan. (…) En todo macho
cubano, sobre todo si es militar, hay un maricón en potencia y allí eso
se hacía evidente. Pero odian al homosexual que llevan dentro. Odian a
los homosexuales porque se reconocen en ellos".

Abreu, que es hetero, considera que ser homosexual en Cuba durante los
años duros del castrismo era una heroicidad y un modo de resistencia.
Como lo era también leer libros prohibidos: a él le confiscaron durante
el servicio militar uno de Rimbaud, por ser "poesía burguesa"… Pero en
general el sexo se practicaba en todas partes: en rincones de la calle,
en sumersión frente a las playas… incluso se organizaban orgías en
cuartos de las empresas más respetables.

EL VERDADERO HÉROE
El héroe de este libro es Reinaldo Arenas, el llorado autor de Antes que
anochezca, amigo personal de Abreu, cuyo recuerdo (y la persecución que
sufrió por parte del castrismo) se evoca en numerosas páginas: "En una
época de exacerbadas esclavitudes, Arenas decidió ser algo
extremadamente difícil y peligroso: libre".

La familia Abreu fue cómplice en la operación de mantener a Reinaldo
Arenas escondido de las autoridades que lo buscaban por subversivo y
homosexual, bajo montajes de falsa criminalidad. Su promiscuidad y
talento suponían un escándalo para los conservadores estamentos del
régimen: el propio Arenas confesaría en su autobiografía haberse
acostado con unos 5.000 hombres. "No deja de ser significativo que el
escritor más herético de la literatura cubana del siglo XX sea también
el de más alta estatura moral. Hoy, que escribo estas páginas, la obra
de Arenas continúa inédita para sus lectores naturales, los cubanos".

Abreu no perdona a los artistas que fueron conniventes con la dictadura
cubana ("Nixon es peor que Hitler", proclamaba una de las consignas
castristas), incluso dedica un doloroso capítulo de reproche a Joan
Manuel Serrat. Como otros tantos jóvenes melenudos que gustaban de
músicas extranjeras y prohibidas en los años 70, él también fue
arrestado y luego condenado a un año de trabajos forzados por "vagancia".

"Lo importante es preservar mi humanidad. Y la única forma de lograrlo
es escapando de esta pavorosa isla", concluye más tarde. A los 28 años
logró salir de Cuba, precisamente porque el régimen dejó marchar
solamente a los que tuviesen antecedentes delictivos durante el Éxodo de
Mariel (1980), para desacreditar a los ciudadanos que querían abandonar
la isla.

Pero Cuba parece más presente todavía en aquellos que lograron dejarla
atrás.

DATOS
Juan Abreu (La Habana, 1952) es además de escritor, pintor y artista
plástico. El erotismo es una de las temáticas constantes de su obra,
como el que empapa su novela Diosa (Tusquets, 2006).
Debajo de la mesa, cuya lectura recomienda la escritora cubana Zoe
Valdés, se puede adquirir a través del correo de Editores Argentinos:
ventas@eeaa.com.ar, y se remite desde Buenos Aires.
Actualmente, Abreu vive en el agradable exilio español que supone la
pequeña ciudad de Sant Cugat del Vallés (Barcelona).


Source: Cuba (poco) libre y muy sexual | Vida21 | Peru21 -
http://peru21.pe/vida21/cuba-poco-libre-y-muy-sexual-2268199

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