jueves, 8 de diciembre de 2016

En liquidación el oro de los pobres

En liquidación el oro de los pobres
MARCELO HERNÁNDEZ, La Habana | Diciembre 08, 2016

Casi todas las prohibiciones que se implantan en Cuba comienzan por un
rumor. Ahora le ha tocado el turno al acero quirúrgico, pero no al que
se usa en el instrumental de los salones de operaciones, sino el que se
transmuta en joyas con apariencia de oro o plata. La primera
consecuencia ha sido la brusca caída de los precios, la segunda, que
previsiblemente llegará, será el paso a la clandestinidad.

Desde principios de 2015 se comenzó a registrar en la Isla un auge
inusitado de piezas de joyería de aspecto dorado. Anillos, cadenas,
pendientes, gargantillas y otros símbolos de estatus aparecieron de
forma gradual en diferentes ambientes sociales. De forma paralela, se
incrementaron en las calles los arrebatos de esos artículos por parte de
los malhechores. Sin embargo, para frustración de los perpetradores y
sorpresa de la policía, no se trataba de oro, sino de acero quirúrgico,
una material utilizado para la joyería industrial que se ha convertido
en una moda en diversos países, en especial de América Latina.

En el populoso barrio habanero de San Miguel del Padrón, allí donde
termina una de las más populares rutas de almendrones, se extiende la
feria comercial La Cuevita. Es el sitio donde más se comercializan estas
prendas. En el lugar predomina el rutilante dorado de las cadenas,
algunas tan finas que se vuelven casi invisibles, otras tan gruesas que
cuesta trabajo creer que alguien pueda llevarlas colgadas al cuello sin
terminar fatigado.

Roberto, El Águila, proclama su mercancía con elegancia: "Caballero,
estas finitas se las dejo en tres por cinco fulitas y las gruesas pueden
costarle entre 10 y 12". Las más caras llevan también un crucifijo, una
calavera, una máscara maya o un símbolo de masculinidad.

Ante una posible prohibición de venta de joyas de acero quirúrgico, los
precios del material caen bruscamente
Las sortijas exhiben piedras que imitan rubíes o esmeraldas; las
alianzas matrimoniales se coronan con diamantes artificiales. El hábil
vendedor responde con tono de experto cuando se le pregunta si el
material no mancha la piel o se destiñe con el tiempo. "Amigo, esto es
legítimo acero quirúrgico, aquí no hay truco. Si deja de verse dorado,
regrese y le devuelvo su dinero", asegura.

Ningún comerciante de La Cuevita se siente cómodo cuando alguien trata
de averiguar la procedencia de sus alhajas. Si algún cliente tiene dudas
sobre la calidad y sospecha una manufactura doméstica en algún lugar de
la Isla, el vendedor aclara: "No, esto no lo hacen los artesanos de por
aquí. Esto es algo importado, viene de México, Ecuador o Panamá".

Con las estrictas regulaciones aduanales que entraron en vigor en 2014,
las limitaciones para importar ropa o calzado se agudizaron, propinando
un duro golpe al mercado informal. Sin embargo, estas piezas de joyería
son muy pequeñas y fáciles de importar. "Con cien de estas cadenas
medianas o grandes que venda, me pago el viaje a Panamá y me queda
dinero", asegura una vendedora que obtuvo un pasaporte español a través
de la Ley de Nietos.

Un joven vestido a la moda acompañado de dos fortachones con aspecto de
guardaespaldas se acerca a uno de los kioscos y trata de negociar una
compra al por mayor. Su argumento resulta convincente: es seguro que la
prohibición de vender piezas con ese material se pondrá en práctica en
menos de una semana.

En La Cuevita predomina el rutilante dorado de las cadenas. (14ymedio)
Cerca del joven, una ingenua cliente lanza una pregunta: "¿Y quién lo
prohíbe, Salud Pública?", quizás creyendo que el anillo que ha comprado
alguna vez fue un bisturí quirúrgico desviado de algún hospital y
convertido en joyería barata. Pero no, el vendedor le aclara por "dónde
vienen los tiros" esta vez.

"Esta gente no soporta que uno prospere", dice el comerciante con
acritud y añade: "Lo mismo hicieron hace tres años con la ropa traída
del extranjero". Sin embargo, hasta ahora nadie ha circulado una orden
por escrito, solo se han escuchado las advertencias de parte de los
inspectores que señalan como fuente de la decisión a "las instancias
superiores".

El oro de los pobres, como le llaman algunos, carece de los atractivos
del original, pero más artificial que su naturaleza resulta el estatus
social que pretende ostentar. Si ahora se abarata en un plan de
liquidación ante la prohibición, pronto volverá encarecido tal vez en
virtud de los subrepticios caminos que tendrá que recorrer hasta llegar
al cliente.

Source: En liquidación el oro de los pobres -
http://www.14ymedio.com/nacional/liquidacion-oro-pobres_0_2123187668.html

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