jueves, 31 de diciembre de 2015

No es posible conseguir un socialismo próspero y sostenible en Cuba

No es posible conseguir un socialismo próspero y sostenible en Cuba
[30-12-2015 23:40:03]
Elías Amor
Economista

(www.miscelaneasdecuba.net).- Raúl Castro ha despedido el año ante la
Asamblea nacional diciendo que "sabremos vencer cualquier reto en
nuestro empeño de construir un socialismo próspero y sostenible". Más
claro, blanco y en botella. Ya no deben existir dudas al respecto.
Mientras Raúl Castro siga en el poder, el inversor internacional que
vaya a colocar su dinero en Cuba, el cubano de a pie que padece las
consecuencias de este modelo durante más de medio siglo, el mundo entero
que se mantiene atento a lo que está ocurriendo en la Isla, ya sabe que
el régimen castrista nunca renunciará a sus principios "socialistas", a
saber, ausencia de un marco jurídico para el respeto a los derechos de
propiedad privados, y planificación central burocrática de la economía
con absoluto control de los medios de producción. Es decir, más de lo
mismo, pero ahora con un apellido de difícil encaje desde los tiempos de
Churchill, "socialismo próspero y sostenible".

Para empezar, poca sostenibilidad tiene este socialismo castrista, si
nos atenemos a las palabras mismas del dirigente de la llamada
revolución, al presentar como un "buen resultado" el crecimiento del
Producto Interno Bruto durante 2015 en un 4%, un dato que hemos puesto
en duda en varias ocasiones, para después reconocer que el año próximo
la economía no crecerá más del 2%, reduciendo su tasa a la mitad, y todo
ello sin aportar muchos datos para saber por qué viene producido este
vaivén de cifras. Bueno si, los mismos de siempre, "el impacto de la
crisis económica internacional, el efectos del bloqueo estadounidense
que mantiene Estados Unidos contra Cuba y las restricciones financieras
externas", en suma, más de lo mismo de siempre, para justificar los
pésimos resultados de un modelo económico impuesto de manera coercitiva,
a los cubanos, durante más de medio siglo.

El régimen atraviesa un momento crucial. Con la pérdida de la subvención
encubierta del petróleo venezolano, la solución pasa por aceptar el
capital extranjero para lo que se han definido reformas que siguen sin
crear consenso entre los analistas sobre la oportunidad de invertir en
la isla. Nadie quiere arriesgar su dinero en un país en el que, en
cualquier momento, surgen las consabidas "limitaciones financieras
oficiales para el cumplimiento de los compromisos asumidos con los
acreedores extranjeros" que impiden una práctica normal de repatriación
de beneficios, o cuando aparecen y desaparecen de forma inesperada,
bolsas de deuda oculta que si bien se condonan o se aplazan por los
acreedores, no ofrecen credibilidad internacional a los gestores de la
economía a la hora de contactar con los mercados de capitales.
Consecuencia, el bono cubano seguirá teniendo carácter de bono basura
entre las empresas especializadas en mercados de capitales, y así estará
durante muchos años.

Mi primer consejo. La credibilidad de una economía como la castrista, no
se consigue mediante reformas de dudoso impacto como los llamados
Lineamientos, o con el cumplimiento parcial de los acuerdos alcanzados
en los procesos de renegociación de la deuda con otros estados y su
sector privado, sino a través de una progresiva normalización y
adecuación al conjunto de la economía mundial, que facilite su plena
aceptación e inserción, en ello, lo de "socialismo próspero y
sostenible" lejos de ayudar, solo sirve para crear más confusión.

Segundo consejo. Para afrontar ese menor crecimiento previsto para el
año que viene, anunciado en el 2% del PIB pero que puede acabar siendo
mucho menor, ya no valen las enseñanzas de Fidel Castro, referidas por
su hermano, relativas a "páginas gloriosas de la revolución frente a
dificultades, riesgos y amenazas". Eso ya no vale, porque el tiempo de
Fidel Castro es de mediados del siglo pasado, y ha llovido mucho desde
entonces. Cuba, la economía castrista, ha estado encerrada en una
cápsula temporal durante 57 años en la que los principios de la
autarquía económica, el estalinismo y el colectivismo han permanecido
como la esencia, y de pronto se han despertado en pleno siglo XXI, donde
las nuevas tecnologías, la globalización del comercio y los capitales y
el fracaso del comunismo y socialismo, abren un escenario al que se hace
preciso converger cuanto antes con la economía mundial, no separarse. Ya
lo han hecho chinos y vietnamitas, y el éxito les ha acompañado.

Por ello, urge cuanto antes dejarse de esas boberías castristas y
ponerse a trabajar. Y a trabajar en serio, porque los márgenes se han
reducido.

¿Qué se debe hacer?

Aceptando que lo primero es devolver a la economía cubana el modelo de
derechos de propiedad privada y asignación de recursos por el mercado,
similar al que funciona en el resto del mundo, donde el estado desempeña
un papel en las funciones clásicas de asignación, distribución y
estabilidad económica, hay que atender, ante todo, a la corrección de
los graves desequilibrios de la economía, tanto interno (déficit
público) como externo (déficit externo) para que la economía sea
realmente sostenible.

Estos objetivos se tienen que alcanzar ahora sin la tradicional
cooperación ideológica y oportunista de los pueblos, ni con las ventajas
de Venezuela, sino con decisiones valientes, de alcance, que permitan a
los cubanos elegir su futuro económico con absoluta libertad, sin
imposiciones ideológicas estatales, apostando por la libertad para
obtener beneficios, generar empleo sin límites, asociarse con
extranjeros y crear todo tipo de empresas, sin las restricciones que
imperan en la actualidad.

Cada uno de los desafíos enunciados por Raúl Castro en la Asamblea tiene
solución, sin necesidad de más "luchas o batallas", sino con reformas
estructurales y decisiones correctas que aseguren el crecimiento
económico, el aumento de la productividad y la recuperación de las
cifras de población.

Por ejemplo, si se quiere "potenciar al máximo las reservas de
eficiencia, concentrar los recursos hacia las actividades que generan
ingresos por exportaciones y sustituyen importaciones, hacer más
eficiente el proceso inversionista y crecer en las inversiones del
sector productivo y de infraestructura, con énfasis en la sostenibilidad
de la generación eléctrica y el crecimiento de la eficiencia en el uso
de los portadores energéticos", dejen a los privados actuar y decidir.

¿Por dónde empezar? Una sugerencia: el sector de la construcción de
viviendas. Cierto es que se tiene que hacer mucho, pero cuanto antes,
mejor. Ajuste con los legítimos propietarios confiscados, para apostar
después por la creación de un mercado libre de oferta y demanda de
viviendas tanto para la compra como el alquiler, y después, libertad
absoluta para el ejercicio empresarial, mercados mayoristas y apertura
de establecimientos especializados en la venta de productos y materiales
de construcción. Normas flexibles de planificación urbanística. En un
plazo no muy lejano, este sector crece y genera empleo y rentas. Hagan
la prueba. Si pretenden construir infraestructuras, abran el mercado
interno a las empresas constructoras internacionales por medio de
licitaciones transparentes y abiertas. Nunca conseguirán gran cosa a
través de fórmulas de participación como las recogidas en la Ley de
inversión extranjera. Esa es una vía muerta.

Son grandes los retos, pero hay que despertar. La cápsula ya no
funciona. Es un mundo completamente nuevo. 2016 ya está ahí mismo.

Source: No es posible conseguir un socialismo próspero y sostenible en
Cuba - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/56845d433a682e0690d5b67a#.VoUUyhUrLjY

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