viernes, 30 de enero de 2015

El contrarrevolucionario Fidel Castro

El contrarrevolucionario Fidel Castro
En estos momentos ni manda ni es noticia
Eugenio Yáñez, Miami | 29/01/2015 7:01 pm

Habló. O mejor dicho, escribió. Nada importante ni trascendente, solo
para desmarcarse de lo que sucede en estos días entre La Habana y
Washington.
"No confío en la política de Estados Unidos ni he intercambiado una
palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a
una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra", señala en
una carta que menciona la prensa del régimen, la única permitida
legalmente en Cuba.
Sus palabras fueron para asegurar que no tiene nada que ver con las
decisiones de su hermano Raúl. Y recordar que el alacrán siempre clava
el aguijón. En su exabrupto no puede ocultar rencor y rabia. Todos los
gobiernos del mundo y casi todos los cubanos, independientemente de que
apoyen o no la política del presidente Obama, mostraron satisfacción por
lo que ocurría. Por eso Fidel Castro tenía que mostrar, si no su
disgusto, porque hacerlo resultaría una torpeza monumental, al menos su
indiferencia.
Eso de que lo que señala "no signifique, ni mucho menos, un rechazo a
una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra" es difícil
de creer, cuando fue precisamente él quien pidió a Nikita Jrushov,
máximo dirigente soviético durante la crisis de los misiles de 1962,
lanzar un primer golpe nuclear contra Estados Unidos. Fue él quien envió
centenares de miles de cubanos a combatir a Angola y Etiopía para apoyar
grupos políticos y dictadores aliados al comunismo. Fue él quien entrenó
y exportó combatientes, guerrilleros, terroristas, dinero y recursos
militares y de inteligencia a casi todos los países de América Latina,
el Caribe y África, para inmiscuirse en sus asuntos internos y modificar
por la fuerza sus sistemas políticos.
Tratando de restar méritos a su hermano, a quien ni menciona por su
nombre, añadió que "el presidente de Cuba ha dado los pasos pertinentes
de acuerdo a sus prerrogativas y las facultades que le conceden la
Asamblea Nacional y el Partido Comunista de Cuba". Como si la Asamblea
Nacional sirviera para algo en Cuba.
Las destinatarios de su mensaje esta vez —aunque Fidel Castro sabe que
sería reproducido por todos los medios de difusión del régimen— fueron
estudiantes universitarios listos a recordar la llamada Marcha de las
Antorchas. No tuvo trascendencia la marcha original en 1953, pero con
ella hizo propaganda a su favor, como hace con todo lo que puede.
Algunos medios de prensa hablan de una "supuesta carta". Poniendo en
duda su autenticidad. ¿Cuándo aprenderán? ¿Todavía no conocen su estilo
para escribir? O tal vez lo quieren muerto, porque no pueden creer que
siga vivo. Aunque con posterioridad a la "supuesta" carta recibió a su
compinche Frei Beto. A algunos por Miami se les podría caer el "tumbao"
con la muerte del cadáver. Porque no lo quieren ni necesitan muerto.
¿Qué sería de ellos entonces? Y de las ayudas de "los yanquis" a
vividores del anticastrismo, que en ocasiones gastan en "la Yuma" más
del 75 % de lo que reciben para ayudar a "restablecer la democracia en
Cuba".
Sin embargo, en realidad lo que señala el otrora "invencible comandante"
demuestra una vez más que su capacidad para interferir o vetar
decisiones de la gerontocracia en el poder es cada vez más
insignificante, si es que le queda alguna. Si hubiera tenido una salud
aceptable y la mente lúcida, ni se hubieran producido conversaciones con
EEUU, porque su estado natural de actuación es la confrontación,
mientras más violenta mejor, siempre y cuando quienes participen en los
choques y combates sean otros y no él.
Lo más cínico de su reciente mamotreto es el señalamiento de que Cuba
—es decir, el régimen, porque para él ambas cosas son lo mismo,
encarnadas en su persona— siempre defenderá "la cooperación y la amistad
con todos los pueblos del mundo y entre ellos los de nuestros
adversarios políticos. Es lo que estamos reclamando para todos".
Habría que ver si reclamando para todos, pero de seguro no para
disidentes y opositores dentro de la Isla, que no reciben del régimen
cooperación ni amistad, sino todo lo contrario: condenas, cárcel,
aislamiento, golpizas, amenazas, mítines de repudio, presiones,
insultos, agresiones, discriminación, chantaje, acoso: castrismo puro y
duro.
Afortunadamente para todos los cubanos —los de adentro y los de afuera—
y el resto del mundo, Fidel Castro es cada vez más intrascendente. Su
actuación contrarrevolucionaria ya no puede hacer mucho más daño que el
que ha hecho hasta ahora, que ha sido demasiado.
En realidad, ya en estos momentos ni manda ni es noticia.
Aunque algunos aquí, allá y acullá, todavía no hayan podido sacarse
definitivamente ese pequeño Fidel Castro que llevan en lo más profundo
de su alma.

Source: El contrarrevolucionario Fidel Castro - Artículos - Opinión -
Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/el-contrarrevolucionario-fidel-castro-321731

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