viernes, 28 de noviembre de 2014

Los años cruciales

Los años cruciales
noviembre 27, 2014 2:00 am

Cuba actualidad, Marianao, La Habana, (PD) La lectura de "The Cuban
Revolution and the United States", del politólogo y profesor
universitario Mark Falcoff es imprescindible para comprender plenamente
las raíces de las pésimas relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.

El autor pone a nuestra disposición los documentos diplomáticos
norteamericanos desclasificados pertinentes a nuestro país, entre los
años 1958 y 1960, añadiéndoles breves notas para ponerlos en contexto.

Disponemos de los informes del embajador Earl T. Smith durante 1958,
mientras el régimen del General Batista agonizaba y la lucha
insurreccional iba tornándose incontenible. Se evidencia que los
funcionarios de Washington no calcularon al enemigo que tenían delante.
Cuando pensaron en buscar otro líder, para cerrarle el paso a Fidel
Castro, ya era demasiado tarde.

Como dato curioso, nos enteramos de que el Dr. Andrés Rivero Agüero le
había prometido al embajador Smith que acortaría su mandato para
convocar a una nueva Constituyente. La ilusión de que el candidato
opositor, Carlos Márquez Sterling, de resultar electo podría cortarle
las alas al movimiento fidelista, no la compartió ni siquiera el General
Batista, aferrado a su sillón presidencial.

Así, amaneció el primero de enero de 1959 y el General Cantillo Porras
intentó una maniobra constitucional que no logró sostenerse ni doce
horas. Las milicias del M-26-7 brotaron por toda La Habana, los
remanentes de los Tigres de Masferrer fueron cazados a tiro limpio,
algunas casas de juego fueron saqueadas y el recién nacido Canal Doce,
de Gaspar Pumarejo, inició una cobertura maratónica, bajo la dirección
informativa del joven periodista y escritor Lisandro Otero.

Washington retiró a Earl T.Smith, quien había sido incapaz de imponerle
a Batista que se fuese varios meses antes, y nombró en su lugar a Philip
Bonsal, un diplomático de carrera, conocedor de Cuba, donde había
servido antes como funcionario, y que hablaba perfectamente el español.
La revista Bohemia, de Miguel A. Quevedo, saludó su llegada.

Comenzó el primer trimestre del año 1959, definido como una luna de
miel. Los norteamericanos apreciaron la presencia en el primer gabinete
del presidente Urrutia de varias figuras respetables y capaces, como
Felipe Pazos, José Miró Cardona, Rufo López Fresquet y Manuel Ray
Rivero. Aunque desde mediados de 1958 el Partido Socialista Popular
(comunista) se había hecho presente en la Sierra Maestra, ninguna de sus
figuras ocupó asiento en aquella mesa.

Los norteamericanos sabían que Raúl Castro y el argentino Ernesto
Guevara eran comunistas, pero se fiaron, de inicio, en la militancia
ortodoxa del Líder. Acusaron recibo de las primeras pedradas retóricas a
raíz de los numerosos fusilamientos de militares batistianos capturados,
pero los atribuyeron a la hipersensibilidad ante las críticas del Máximo
Líder, y confiaron en que las aguas volverían a tomar su nivel.

Esta primera etapa se extendió hasta el mes de mayo, cuando se dictó la
Ley de Reforma Agraria, que comenzó de inmediato a serle aplicada a los
norteamericanos propietarios de centrales azucareros y a compañías
terratenientes como la United Fruits.

Ahí comenzó una etapa más crítica, pero aún esperanzada en que la
corriente más liberal pudiera llegar a prevalecer, en lucha con los más
extremistas de izquierda, siempre encabezados por Raúl Castro y Ernesto
Guevara.

Esa pugna no tardó en resolverse, mediante la deposición de Urrutia y la
detención del Comandante Húbert Matos Benítez, tras haberse manifestado
ambos precisamente en contra de la creciente infiltración comunista en
el Gobierno Revolucionario.

En la primavera de 1961 sería el frustrado desembarco por Bahía de
Cochinos, cuya derrota definió la consolidación del proceso
revolucionario y el apogeo de la presencia comunista, mediante aquellas
ORI encabezadas por Aníbal Escalante, cuya primera defenestración no
tardaría mucho, mediante la llamada "campaña contra el sectarismo".

Entonces, los analistas de Washington tendrían la respuesta a una de sus
preguntas: los comunistas cubanos no habían controlado a Fidel Castro,
este era quien los ponía a ellos bajo su control, imponiéndoles un
riguroso Fidelismo, cuya legitimidad no estaba prevista en ningún libro:
se improvisaba de inmediato y nacía en la tribuna.

Para Cuba actualidad: rhur46@yahoo.com

Source: Los años cruciales | Primavera Digital -
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