martes, 21 de octubre de 2014

Faraones?

¿Faraones?
Según el analista, Cuba se encamina hacia "el modelo egipcio". Un
régimen que permita determinadas libertades pero donde las Fuerzas
Armadas sean intocables
Rafael del Pino, EEUU | 21/10/2014 1:59 pm

Para poder entender los entramados con que el régimen cubano pretende
eternizarse es necesario tener primero una idea de la situación de la
cúpula militar cubana que es en realidad quien tiene las riendas del poder.
El nivel superior: Raúl y Fidel Castro (aunque este último esté
retirado) seguido por El Comandante de la Revolución Ramiro Valdés
Menéndez y de los Generales de Cuerpo de Ejército Abelardo Colomé
Ibarra, Leopoldo Cintra Frías y Álvaro López Miera. Olvídense por el
momento de otros vicepresidentes y altos oficiales.
En la neo monarquía cubana es imposible predecir quien es el tercero al
mando. En una oportunidad se dijo que era Carlos Aldana y terminó de
almacenero en el polo turístico de Topes de Collantes. Después se
hablaba del Vice-Presidente Carlos Lage o del Ministro de Relaciones
Exteriores Pérez Roque y todos conocemos lo que fue de ellos por meter
el dedo en las "mieles del poder". Fuera de Raúl y Fidel los demás son
descartables.
En orden descendente: Están los tres jefes de Ejércitos (Occidente,
Centro y Oriente) Ya no se cuenta la DAAFAR y la MARINA DE GUERRA pues
sus estados mayores se convirtieron en Direcciones del MINFAR y a los
tres ejércitos se les subordinaron las unidades de combate que
pertenecían a la DAAFAR y la MARINA DE GUERRA.
Al frente de estos tres ejércitos están mayormente generales que eran
niños al triunfo de la Revolución. Por ejemplo el General de División
Lucio Morales Abad Jefe del ejército Occidental, que procede de los
alfabetizadores de los primeros años de la Revolución. Morales Abad
posee el mando del principal ejército que tiene como misión la defensa
del occidente cubano incluyendo La Habana. Hay incluso generales que
nacieron con la revolución entre ellos el yerno de Raúl Castro. Y hay
altos oficiales como su hijo Alejandro que desde que lo ascendieron a
coronel recibió en mofas de pasillos el título de "Coronel de los
Generales" Estos dos últimos se pueden catalogar como príncipes de la
corte es decir que tienen un status especial superior.
A las nuevas generaciones de generales (excluyendo a los dos príncipes
por supuesto) no les dicen nada las historias épicas ya desgastadas que
pintan los históricos y sus intereses son netamente profesionales.
Desempeñan sus funciones lo mejor que pueden de acuerdo a los
reglamentos militares para aspirar a que el día del retiro puedan ser
ubicados en el "Sector del Oro" (turismo incluyendo empresas que
garantizan la promoción y la logística, biotecnología, tabaco, puertos,
cibernética, industrias extractivas tales como las del níquel y el
petróleo) como ya ha sucedido con los generales que les precedieron.
Este es el principal anzuelo de la lealtad. A ellos se les deja saber
subliminalmente que a los que han sido más fieles y capaces se les
ubicará en el "Sector del Oro". A los que no han sido tan fieles o han
tenido dificultades en sus vidas privadas los tranquilizan o acomodan en
el "Sector de la Lata" entregándoles parcelas de tierra en usufructo a
unos y a otros les brindan facilidades en pequeños negocios
cuentapropistas, no los ahogan con impuestos, regulaciones o
inspecciones y que puedan así vivir decentemente sin muchas
complicaciones. En algunos casos se producen enroques como en el ajedrez
y del "Sector del Oro" saltan sin detenerse al "Sector de la Lata" como
es el caso del General de División Rogelio Acevedo, que de tener el
control de toda la aviación civil de Cuba paso de la noche a la mañana
al alquiler de habitaciones en su mansión.
Raúl Castro sabe perfectamente que ya aquello se acabó, que el
socialismo no tiene arreglo y que debe ganar tiempo para acomodar a los
miembros de la dinastía y a sus allegados del primer nivel como dueños o
accionistas mayoritarios de los principales sectores económicos del
país. Este proceso se ha visto avanzar muy lento, casi paralizado,
especialmente por la preocupación de Raúl de que una apertura económica
más amplia y acelerada pueda conducir a que el pueblo exija después una
apertura política que ponga en peligro la seguridad y el futuro de la
dinastía al darse la posibilidad de que se exijan responsabilidades por
crímenes y abusos cometidos como le ocurrió al general Augusto Pinochet,
al dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt (1982-1983) condenado a 80
años de cárcel y al General Jorge Videla de la Argentina.
La designación de Alejandro Castro Espín hijo del General/Presidente
para que a nombre del gobierno cubano firme un acuerdo de seguridad con
Rusia en representación del Consejo de Defensa Nacional nos da la clave.
¿Qué es el Consejo de Defensa Nacional?
El Consejo de Defensa Nacional se constituye y prepara desde tiempo de
paz para dirigir al país en las condiciones del estado de guerra,
durante la guerra, la movilización general o el estado de emergencia.
Durante las situaciones "excepcionales" (otro saco donde cabe de todo)
es el máximo órgano de poder estatal y político y ejerce la dirección de
la preparación militar y la lucha armada; el orden interior y la
seguridad; la política exterior; las actividades económicas y sociales;
la actividad jurídica; la defensa civil; y el poder político.
Analicemos esta movida en detalles. Desde la desaparición del mundo
comunista y su metrópolis la URSS, el régimen cubano busca
desesperadamente un modelo que le encuadre mejor para sustituir la
ideología marxista desfasada y fracasada. Inicialmente, cuando cundió el
pánico con el derrumbe del muro de Berlín, se mandaron a correr, crearon
una comisión militar encabezada por Carlos Aldana que visitó los
principales mandos militares para explicar lo que estaba sucediendo.
En estas reuniones, en medio de la acostumbrada retorica épica, Aldana
en un tono sombrío y abatido les confirmaba a los auditorios que se
habían equivocado, que el socialismo sí era reversible pero que la
revolución cubana nunca fue ese tipo de socialismo. Aquella confesión
denotaba un desconcierto total. Inicialmente en esas conferencias se les
ocurrió decir que el socialismo cubano llevaría el nombre de Revolución
Martiana.
Poco tiempo después de esas reuniones, que se sostuvieron con la
oficialidad de las Fuerzas Armadas, Raúl Castro, al parecer analizando
con más profundidad junto a algunos de sus asesores, se niegan a admitir
aunque lo sabían que el socialismo había fracasado, y ahí es donde
adoptan la consigna de "ACTUALIZACION DEL MODELO", una consigna amorfa
que no dice nada pero que puede pegar para ganar tiempo y que a su vez
representa un saco donde también cabe de todo.
Comenzaron las visitas de comisiones de altos dirigentes para tomar las
experiencias de China y Vietnam. Incluso Raúl viaja personalmente para
conocer lo que habían hecho. Les gustaban ambas variantes de un
capitalismo de Estado, dirigido por un solo partido, pero veían la
dificultad de que las principales democracias occidentales se tragaran
ese anzuelo sin la liberación política.
En medio de las indecisiones, los grupos de estudio y análisis del
régimen que continuamente estudian las publicaciones de inteligencias
extranjeras se detienen en una muy interesante, la Unidad de
Inteligencia de The Economist (EIU por sus siglas en inglés) la cual
trata de determinar el rango de democracia en 167 países realizando y
publicando una medición sobre los índices de democracia en el mundo.
El régimen cubano, durante sus análisis para determinar qué modelo
tomar, así como que nombre adoptar para darle respiración artificial a
su moribunda economía y empobrecida sociedad, se dieron cuenta que si
ellos estaban en el lugar 127, mientras China y Vietnam estaban por
debajo de ella en el lugar 142 y 144 en la lista de regímenes
autoritarios, había que buscar un modelo que fuera más atractivo para
Occidente y en especial para Estados Unidos. Rusia, por encima de Cuba
solo por cinco puestos con el 122, tampoco les resultaba atractiva al
traer inconfortables reminiscencias del pasado. Hasta que se dieron
cuenta del modelo que más se les ajustaba al dedillo. Y ahí estaba la
tierra de los faraones.
Egipto, ocupando la posición 109, con la excepcional particularidad de
permitir partidos políticos, elecciones libres, mano dura con los
extremistas y manteniendo por ley constitucional a su casta militar
intocable en cualquier gobierno que fuera elegido resultaba el más
apetecible para "sin prisa pero sin pausa" ganar el tiempo que necesitan.
Sabemos que todavía no se vislumbra la libertad de asociación, la
legalización de partidos políticos, la ampliación de las reformas
económicas y otros derechos conculcados al pueblo cubano, pero no hay
dudas de que están planificando unas buenas tramoyas para el venidero
espectáculo.
Ahí es que surge la nueva idea en la que trabajan febrilmente; el modelo
egipcio. Un régimen que permita determinadas libertades pero donde las
Fuerzas Armadas sean intocables y que ni siquiera un presidente elegido
por elecciones democráticas pueda decidir sobre ellas, siendo estas el
garante de la estabilidad y el orden, manteniendo en sus manos no
solamente el poder militar sino también el principal poder económico,
que en definitiva decide lo político.
¿Tendremos faraones?

Source: ¿Faraones? - Artículos - Cuba - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/faraones-320615

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