jueves, 25 de octubre de 2012

Una nueva válvula de escape?

Éxodo, Emigración, Exilio

¿Una nueva válvula de escape?

Las nuevas normas migratorias podrían redundar en ganancias para el
Gobierno a corto plazo, aunque el proceso de éxodo legal ratifica el
fracaso de su proyecto político, social y económico

Oscar Espinosa Chepe, La Habana | 25/10/2012 10:00 am

En un generalizado ambiente de alborozo, la población conoció el
Decreto-Ley No. 302 con las modificaciones a la Ley No. 1312, Ley de
Migración del 20 de septiembre de 1976. Ninguna "actualización" había
sido tan esperada como esta. Esas reacciones reflejan la aspiración de
marcharse de Cuba compartida por amplios sectores, especialmente los
jóvenes, al haber perdido absolutamente la confianza en el futuro del
país. Opción reforzada por el fracaso de las medidas adoptadas por el
gobierno del presidente Raúl Castro, y el crecimiento de las
dificultades existenciales de la inmensa mayoría de los cubanos.

En particular el aligeramiento de los trámites, especialmente la
eliminación del permiso de salida —la llamada Tarjeta Blanca—, y de la
carta de invitación, sustituidos por la adquisición del pasaporte; ha
estimulado la esperanza de evasión, aunque según los Artículos 23, 24.1
y 25 su entrega estará vedada a personas comprendidas en determinados
perfiles ocupacionales o "cuando razones de defensa y seguridad
nacional" así lo aconsejen, concepto que abarca a disidentes tratados
como rehenes. Eso deja un gran marco discrecional que permitiría
utilizar estos artículos como reguladores del éxodo que podría suceder,
de manera que el pasaporte serviría de sustituto de la Tarjeta Blanca.

Muchas personas se preguntan por qué ahora se toma esta medida, que
incluye cambios cosméticos en los mecanismos para que los cubanos
residentes en el exterior viajen a Cuba. La respuesta podría estar en el
interés del Gobierno de dar una impresión de cambio a posiciones más
flexibles, a fin de mejorar su imagen externa, algo que ha venido
haciendo en otros aspectos como las modificaciones en los métodos de
represión (detenciones cortas) y ciertos márgenes para que la
intelectualidad pueda expresarse.

Por otra parte, las presiones internas y el nivel de disgusto han
crecido mucho en un ambiente de frustración generalizada que
posiblemente se quiera reducir, como en otras ocasiones, con un éxodo, y
estimulando las esperanzas de poder abandonar Cuba. A su vez, el
reordenamiento laboral es una de las medidas más importantes de la
llamada actualización del modelo económico; proceso que debe terminar en
2015 con el despido de alrededor del 25,0 % de la población ocupada (1,3
millones de personas), pero marcha a un ritmo muy lento debido a que no
se han creado las fuentes de empleo necesarias en el sector privado
dadas las limitaciones en la cantidad de oficios permitidos, altos
impuestos, falta de un mercado mayorista o exceso de burocratización.
Esto se repite en la entrega de tierras en usufructo fundamentalmente
por la permanencia de los severos controles estatales sobre la gestión
de los productores, falta de recursos y sobre todo de estímulos.

Es muy posible que con esta ley se intente desplazar una parte
sustancial de las personas que queden sin trabajo estatal hacia el
exterior, con el propósito adicional de convertirlas en emisoras de
remesas. Ciertamente un obstáculo a esos planes será el otorgamiento de
visas por los países receptores. Sin embargo, no es menos cierta la gran
capacidad de los cubanos para encontrar formas de escapar del "paraíso".
En el período 2001-2010, el saldo migratorio ascendió a 341.199
personas, según las estadísticas oficiales, por lo que con las
modificaciones y abaratamiento de los trámites podrían crearse mejores
condiciones para la salida, en un momento de creciente deseos por el
auge de la crisis y la continuada disminución del nivel de vida, en
especial por la elevación de los precios al consumidor, mientras los
salarios se mantienen casi estáticos y se producen importantes recortes
en beneficios sociales.

Las modificaciones a la Ley Migratoria a corto plazo podrían redundar en
ganancias para el Gobierno, aunque el proceso de éxodo legal ratifica el
fracaso de un proyecto que prometió condiciones dignas para todos los
ciudadanos en su patria. Las consignas de defensa de la soberanía y la
independencia nacional enarboladas al principio de la revolución han
terminado en un completo fracaso, cuando masivamente los cubanos optan
por residir en el extranjero y el país basa sus planes en la dependencia
externa en su condición de Estado parásito.

Asimismo este éxodo contribuirá al empeoramiento de la situación
demográfica, ya de por sí bastante difícil, a través de la aceleración
del proceso de envejecimiento de la población. Al cierre de 2011, los
cubanos con 60 o más años constituían el 18,1 % de la población y en
2035 alcanzará el 34,0 %, según proyecciones de la Oficina Nacional de
Estadística e Información (ONEI). Esa tendencia seguramente quedará
reforzada con el probable incremento de salida del país, teniendo en
consideración que la mayoría de los emigrados estarán en edad laboral.
Paralelamente es posible que se profundice el rechazo de muchos jóvenes
a estudiar carreras universitarias o de nivel medio que puedan
obstaculizar las ansias de abandonar Cuba, o interrumpir sus estudios
antes de graduarse. Tampoco puede soslayarse que la salida masiva al
exterior contribuirá a aumentar la fragmentación de la sociedad cubana
originando los traumas y problemas sociales y humanos que de ello se
desprende.

En cuanto a los residentes en el extranjero, los cambios realizados son
cosméticos. Ahora podrán prolongar sus visitas a Cuba hasta 90 días, lo
cual continúa siendo una humillación. Seguirán portando un pasaporte
cubano, que también recibirán según su "comportamiento", lo que
mantienen incólumes el control y el chantaje. Se plantea que será
posible la reinserción en el país de algunos, para lo cual necesitarán
una autorización del Gobierno. Está claro que también con ello se
excluirá a quienes hayan osado expresarse críticamente.

De todas formas habrá que esperar la aplicación del Decreto-Ley a partir
del 14 de enero de 2013. Fundamentalmente en lo relativo a la aplicación
de los Artículos 23, 24-1 y 25 con las limitaciones para entregar los
pasaportes. Resulta evidente que aunque podría haber algunos aspectos
positivos en estas Modificaciones, como la no confiscación de los bienes
de las personas que salgan del país definitivamente, es totalmente
insuficiente y no cumple con el espíritu y los postulados de la
Declaración Universal de Derechos Humanos y los Pactos Internacionales
de Derechos Políticos y Civiles, Económicos, Sociales y Culturales. Al
mismo tiempo no garantiza que en el futuro haya una emigración legal,
ordenada y segura, objetivos imposibles de alcanzar con el mantenimiento
de prohibiciones y una sociedad gravemente enferma.

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/una-nueva-valvula-de-escape-281077

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