martes, 23 de octubre de 2012

Sin chivo ni riquimbili

Sin chivo ni riquimbili
Martes, Octubre 23, 2012 | Por Gladys Linares

Cuba - BicicletasLA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Hace mucho
tiempo que apenas transitan bicicletas por nuestras calles. Tampoco se
ven ya en las salas de las casas, donde formaban parte del mobiliario.
Sin embargo, hace algunos años la situación era bien diferente.

Las bicicletas llegaron a ser parte inseparable de la rutina del cubano.
Esto se debió, en gran medida, a que en los años más difíciles del
llamado "período especial" fueron distribuidos miles de ellas, primero,
entre los trabajadores y estudiantes más destacados, y después, entre
los que no lo eran tanto.

El objetivo, supuestamente, era aliviar en cierta medida la caótica
situación en la que se encontraba el transporte. Dada la escasa cultura
de respeto vial existente en Cuba, hasta se adoptaron medidas para
proteger a los ciclistas en la vía pública, como aquella de preservar
-con mejor o peor señalización- un carril de algunas avenidas solo para
ciclos.

En bicicleta se iba al trabajo, al mercado, de paseo o a forrajear al
campo. Ahí los cubanos dieron una prueba más de aguante y resistencia –y
no fueron pocos los desmayados- pues, aunque un ciclo no necesita
combustible, quien lo maneja sí, y la mayoría de los ciclistas –como el
resto de nosotros- no estaban muy familiarizados con el desayuno.

Fue por aquel entonces cuando empecé a escuchar que jocosamente se les
llamaba "chivos". También estaban los riquimbilis, o "chivichanas", que
eran a las que de forma artesanal se les adaptaba un motorcito.

Pero estas últimas fueron prohibidas y la policía empezó a confiscarlas.
Los únicos ciclos con motor que podían circular por nuestras calles
llenas de baches eran estatales, y los manejaban funcionarios de poca
monta, porque los carros, con gasolina pagada por Liborio, son para los
dirigentes.

Las bicicletas llegaron a ser tan populares que René de la Nuez les
dedicó ciento dos páginas de otras tantas caricaturas en su libro Cuba
bici, en el cual reflejó la ingeniosidad del cubano y las muchas formas
en que eran utilizadas.

Las bicicletas rusas, que eran muy pesadas, despertaban comentarios
adversos. "Son toscas, como todo lo que hacen los 'bolos'." Pero a pesar
de esto, como no había otra alternativa, algunos les colocaban sobre la
parrilla un cajón plástico, en el que cargaban de todo, y que por cierto
eran un blanco perfecto de la policía, que constantemente las paraba
para registrarlas.

Con el alza del precio de la divisa, las bicicletas adquirieron un valor
incalculable, y muchos trabajadores y estudiantes fueron víctimas del
bandidaje. Tener una bicicleta se convirtió en un peligro. Los
delincuentes cazaban a los ciclistas en la oscuridad. Muchas veces la
táctica era colocar una soga o un alambre de acera a acera.

Más de uno perdió la vida por una bicicleta, aunque esta realidad no era
reflejada en la prensa. Por eso algunos ataban un machete, una cabilla o
un destornillador al caballo de la bicicleta, con la esperanza de poder
defenderse de un posible ataque. A no pocos, incluso, hasta se las
arrebataron de sus propias manos. En los parqueos, a veces no valían ni
las cadenas ni los candados, pues los malhechores las levantaban en peso
y corrían con ellas.

Después de disuelta la URSS, las piezas de repuesto se acabaron, y las
bicicletas rusas también. Luego, comenzaron a invadir las calles las
bicicletas chinas. Pero otra vez la escasez de piezas de repuesto, como
gomas y cámaras, o su venta en CUC, a precios inalcanzables para un
trabajador o un estudiante, provocó que muchos no pudieran reparar sus
ciclos, hasta que poco a poco dejaron de verse en la vía pública.

En la revista Bohemia del 2 de diciembre de 2011, aparece un reportaje
sobre la única fábrica de bicicletas que existe en Cuba: Minerva,
fundada hace más de quince años en Villa Clara, en la cual laboran más
de quinientos trabajadores. Según la revista, la instalación produce
para todo el país un surtido variado de bicicletas. Con todo, estas
solamente son vendidas en la cadena de Tiendas Recaudadoras de Divisas
(TRD).

Sin embargo, en otras cadenas de tiendas no conocen esa marca. En
algunos centros comerciales, como Galerías de Paseo o Plaza Carlos III,
cuando aparecen las bicicletas, no son cubanas. Y aunque lo fueran, los
más de 160 CUC (180 dólares) que cuestan impiden que sean una
alternativa para el pueblo.

http://www.cubanet.org/articulos/sin-chivo-ni-riquimbili/

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