sábado, 20 de octubre de 2012

Si de “gusanos” se trata

Si de "gusanos" se trata
octubre 19, 2012
María Matienzo Puerto

HAVANA TIMES — Ayer cogí la botella[1] de mi vida. Salía de casa de mi
jefa, cerca de la popular esquina del Vedado, 23 y 26, cuando le pedí un
aventón a un chofer de Cubataxi.

En cuanto me monté, empezó la conversación. Las primeras preguntas
fueron las habituales: ¿hasta dónde llegas? ¿ahora es que sales del
trabajo? De parte de él.

Mis respuestas lacónicas se fueron transformando en una conversación
fluida ante su locuacidad.

Él empezó comentando sobre la sobrecarga del trabajo de nosotras las
mujeres (en la calle y luego en la casa), sobre su trabajo y la
diversidad de personas a las que él ayudaba diariamente desde ese timón.

Hasta que me preguntó a qué me dedicaba yo.

Para no dar demasiados datos, preferí decirle que yo escribía para Internet.

Y ahí empezó la comedia. Del susto por poco se tira por la ventana.

Me empezó a decir que a "nosotros", los que escribimos para Internet, no
nos importa nada, que somos unos locos, que somos los que "calentamos
las cosas".

Entre risas, jaranas y medio en serio, me dijo "gusana". Mote al que yo
respondí con una pregunta: "habría que ver quiénes son los gusanos de
verdad". Y atrincherándome, comencé a mirar por la ventanilla, mientras
esperaba ansiosa que llegara mi destino.

Para asombro mío, tras unos minutos de silencio, me respondió con un
"¡Es verdad, habría que ver quiénes son los gusanos!"

Y empezó a hacerme historias de corrupción, de las que él había tenido
que ser parte, aunque fuera de testigo, porque si no quedaba fuera y sus
hijos tenían que comer.

Entre esas historias está la de Armando, el único disponible de su
trabajo, que tras casi quince años de trabajo impecable fue despedido
porque era el único que no transaba en los pagos que exigía el jefe.

El caso es que Armando tras quedar disponible, volvió a ser contratado
sin derecho a vacaciones ni certificados médicos. La historia termina
fea porque Armando no resistió la presión y murió tras dos infartos, en
los que según me cuenta mi compañero de viaje, tuvieron responsabilidad
unos cuantos jefes que presionaron para ver qué sacaban.

Nuestro encuentro terminó, con un apretón de manos, un intercambio de
teléfonos y la promesa de, si yo quería, me podría dar información
detallada.

El "es un gusto encontrarse con gente como ustedes" me suena todavía en
la cabeza. Eso es lo que pasa, a veces, cuando la gente se entera que
uno escribe para Internet.

[1] Nosotros llamamos botella al autostop.

http://www.havanatimes.org/sp/?p=73727

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