jueves, 4 de octubre de 2012

Precios e impuestos en Cuba

Precios e impuestos en Cuba
octubre 4, 2012
Fernando Ravsberg*

Los más humildes, como esta maestra jubilada, también están obligados a
comprar en estas tiendas y a pagar precios inflados. Foto: Raquel Pérez

HAVANA TIMES — El último Consejo de Ministros anunció que uno de sus
objetivos es "establecer los principios para la formación de precios a
la población con un enfoque integral", asegurando "el equilibrio
monetario entre los ingresos de la población y la circulación mercantil
minorista".

El asunto es clave para una buena parte de los ciudadanos, sobre todo
para aquellos que viven de un salario estatal en pesos cubanos, a pesar
de lo cual deben pagar algunos productos de primera necesidad en pesos
convertibles, equivalentes al dólar.

Es verdad que muchos de esos artículos deben importarse y el gobierno
asegura que la economía nacional ya no tiene capacidad para
subvencionarlos como hizo durante décadas. Sin embargo, este no es el
único elemento que infla los precios minoristas.

Desde que se autorizó a los cubanos el uso del dólar se estableció un
impuesto del 240% a todos los productos vendidos en moneda dura.
Entonces se dijo que el objetivo era redistribuir, utilizando el dinero
de ese gravamen para subvencionar a los más humildes.

Recordando al cineasta Titón, se podría decir que el guión no era malo
pero la puesta en escena fue un desastre. La medida se aplicó a todos
los productos, incluso a los de primera necesidad, algunos de los cuales
solo se venden en la red de tiendas de divisas.

La desaparición o reducción de las subvenciones obligó a todos los
ciudadanos a comprar parte de sus insumos familiares en esas tiendas,
donde -gracias a ese 240%- un litro de aceite de soya les cuesta el
equivalente al salario de varios días de trabajo.

La aplicación de gravámenes en los precios de los artículos de primera
necesidad termina siendo un castigo contra los más pobres. Foto: Raquel
Pérez

Además están las multas que aplican los tenderos, hay supermercados
donde he visto productos de importación que cuestan un 500% más que en
el país de origen. Y estas alzas de precios no son precisamente para
redistribuir entre los humildes.

Para evitar ese robo al consumidor, recientemente el gobierno anunció la
unificación de los precios de 100 artículos de primera necesidad, de tal
forma que ahora todas las tiendas de divisas están obligadas a venderlos
exactamente al mismo precio.

Parece bastante lógico que ahora se establezca un sistema de formación
de precios que tenga en cuenta los ingresos de la gente. También se
podría pensar en eliminar o reducir al mínimo la carga impositiva sobre
los productos de primera necesidad.

Para lograr realmente redistribuir riquezas, los impuestos deberían
pesar solo sobre los productos suntuarios, aquellos que no son
imprescindibles para vivir. Aplicárselos a la leche, el aceite, el jabón
o las carnes termina siendo un castigo para los más pobres.

Se han abierto kioscos en todos los barrios para vender en moneda
convertible, basta pararse en uno de ellos para comprobar que muchos de
los que compran ahí son personas humildes que ahorran cada centavo para
adquirir lo más necesario.

Hace unos días atrás la gente se quejaba de que escaseaba el detergente
en las tiendas de divisas. En realidad el problema era que solo se
ofertaban paquetes grandes y lo cierto es que muchos cubanos apenas
pueden pagar los U$D 0.50 que cuesta el más pequeño.

La paulatina desaparición de la libreta de racionamiento tal vez sea una
medida económicamente razonable pero si se eliminan las subvenciones
debería garantizarse que nadie, ni siquiera las tiendas del Estado,
especulen con los alimentos de la gente.

Los ciudadanos pueden comprender la necesidad de pagar un valor que
incluya el costo internacional del aceite, el transporte y los gastos
comerciales pero multiplicarlo artificialmente por 2,4 para obtener el
precio final parece excesivo.

Hay supermercados donde los precios de algunos productos importados
llegan a costar 5 veces más que en el país de origen. Foto: Raquel Pérez

En otros países del mundo el Impuesto al Valor Agregado puede rondar el
20% y es una tajada nada despreciable la que se llevan los Estados,
teniendo en cuenta que el IVA se aplica a cada cosa que se vende en un
país, desde un litro de leche hasta una casa.

Para mejorar la situación en Cuba, el Consejo de Ministros no tendría ni
siquiera que modificar el guión, bastaría con aumentar los gravámenes de
los artículos suntuarios, garantizando el mínimo precio posible a los
productos de primera necesidad.

Si el anunciado "enfoque integral" de los precios contempla "los
ingresos de la población" seguramente tendrá el apoyo sincero de la
mayoría de los cubanos, sentirán que las reformas dejan de ser una
abstracción económica y empiezan a beneficiar sus vidas diarias.
—–
(*) Publicado con la autorización de BBC Mundo.

http://www.havanatimes.org/sp/?p=72791

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