lunes, 22 de octubre de 2012

La urna, la camilla

La urna, la camilla

Después de años de abstencionismo. me decidí a participar esta vez en
unos comicios que no cambiarán absolutamente nada.
Cortesía de Yoani Sánchez
octubre 22, 2012

Azulejos en las paredes, una mampara forrada en tela verde y una mesa
metálica sobre la que normalmente se colocan jeringas y algodones. Así
era el cubículo donde voté esta mañana para elegir al delegado a la
Asamblea Municipal del Poder Popular.
Ubicado en el interior de un consultorio médico que este domingo ha
hecho las veces de colegio electoral para los vecinos de la zona.
"Premonitorio", pensé nada más quedarme a solas con mi boleta al lado
del amplio fregadero donde se lavan los implementos hospitalarios.
"Premonitorio" porque mi país está en el "coma" de la abulia y la
apatía, y va a necesitar una reanimación profunda –casi una
desfibrilación- para que los ciudadanos tengan real poder de decisión.
En 36 años de creado el sistema electoral vigente, no nos ha convencido
–ni una sola vez- de que representa al pueblo frente al poder, más bien
nos hemos acostumbrado a todo lo contrario.

Así que, entre el olor a formol y el atisbo de una camilla, anulé mi
boleta. Después de años de abstencionismo. me decidí a participar esta
vez en unos comicios que no cambiarán absolutamente nada. Ninguno de los
delegados ratificados en las urnas podrá siquiera influir en los temas
más candentes de nuestra realidad. Tampoco sabemos cómo piensan sobre
las grandes problemáticas cotidianas, pues la ley electoral sólo nos
permite acceder a su biografía y su foto. De manera que hoy en mi barrio
fuimos convocados a optar entre dos rostros, entre dos nombres, entre
dos currículos… Por esa razón, varios vecinos y amigos -conocedores de
la futilidad de rellenar la boleta- optaron por abstenerse. Pero yo
quería curiosear, volver a experimentar el sinsentido de un papel que
nada decide, nada cambia, nada impulsa.

Primero escribí la letra "D". Enorme, como un grito sin voz, bosquejé
aquella inicial de un concepto largamente ansiado: "Democracia". Y lo
hice en medio de un escenario clínico que encajaba metafóricamente con
mi gesto de anulación, con la urgente intervención que demandan los
estamentos del Poder Popular en este país. Una cirugía profunda, una
extirpación extensiva de la mansedumbre de la Asamblea Nacional, un
electroshock de libertad para que los parlamentarios dejen de aprobar
por unanimidad y de aplaudir todo el tiempo. Vamos a necesitar
resucitar, renacer como sociedad y empezar a comportarnos como tal.

Este post fue publicado originalmente en el blog Generación Y de Yoani
Sánchez.

http://www.martinoticias.com/content/article/15871.html

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