miércoles, 24 de octubre de 2012

La dignidad es el motivo adecuado

La dignidad es el motivo adecuado
[24-10-2012]
Alberto Medina Méndez

(www.miscelaneasdecuba.net).- En épocas como estas, de crecimiento
económico inercial impulsado, principalmente, por condiciones
internacionales más que favorables, cierto populismo avanza
despiadadamente sobre las libertades, amparado en las bondades que
recibe sin méritos propios suficientes.

Sin embargo, estos líderes demagógicos han trabajado duro para construir
su propio relato y poder así explicar cómo han conseguido los logros de
los que se ufanan, pero sobre los cuales poco hicieron.

El despliegue económico generalizado en estas naciones, derivado de los
excelentes precios de los comodities, afirmación fácilmente verificable
con múltiples cifras disponibles, permitieron al populismo, primero
llegar al poder y luego sostenerse en él pese a sus impericias,
negligencias e inclusive a su ya indiscutible corrupción sistemática.

En este contexto más que propicio, en el que muchos individuos pudieron
prosperar, el descaro, la ineficiencia y fundamentalmente los profundos
errores conceptuales de quienes gobiernan, han provocado fenómenos
absolutamente innecesarios como la inflación, la destrucción de la
cultura del trabajo y un despilfarro de oportunidades de magnitudes
impensadas.

Una soberbia que solo se corresponde con seres inseguros, han
contribuido a dar paso a la inseguridad como matriz cotidiana, un
discurso grandilocuente sin autocrítica, y una escala de valores de gran
pobreza moral, que se ha convertido en el ámbito ideal para una
corrupción que parece no encontrar límites.

Ese escenario que mezcla progreso con degradación, es un coctel que, al
menos por ahora, les ha permitido permanecer en el poder y contar con el
apoyo popular. Y no es que los ciudadanos no se den cuenta de la
presencia de la inseguridad, la corrupción, el deterioro moral o la
inflación. Cada uno de estos padecimientos se viven a diario, y sus
consecuencias son evidentes para cualquiera que quiera darse cuenta.

Lo que parece suceder es que a la hora de poner todo en la balanza,
estas comunidades se siguen rigiendo por aquel viejo principio universal
en el que la economía es la que manda, y determina las preferencias
electorales. Probablemente, en algún momento la humanidad,
mayoritariamente comprenderá que son más importantes las libertades, la
dignidad.

El populismo plantea una permanente extorsión por la cual se amenaza a
la ciudadanía con dejar de gozar de los privilegios que graciosamente
les concede su exitosa gestión, si se renuncia a esos liderazgos mesiánicos

Una ciudadanía que viene de malas experiencias, de ciclos inestables, de
idas y vueltas, donde el progreso siempre parece prestado, teme que las
historias se repitan y termina jugando, muchas veces a regañadientes,
ese perverso juego en el que resigna sus valores, acepta lo inaceptable,
claudica en sus convicciones, por lo que entiende, el único camino
posible para sostener su situación actual y no tropezar como tantas
otras veces.

Tal vez sea esta la ocasión para replantearse todo esto que sucede desde
los valores. La libertad nunca puede ser moneda de cambio, ni pieza de
negociación, y mucho menos aún se puede aceptar esta modalidad
extorsiva, por la cual para garantizar progreso, deben perderse libertades.

La inseguridad creciente que amenaza con la vida, la integridad física y
los bienes de los individuos, una inflación que se queda con una parte
importante del poder adquisitivo y del esfuerzo de los que menos tienen,
una corrupción que pretende ser aceptada como parte del paisaje, no
puede ser JAMÁS el precio a pagar por cierto progreso.

Estas condiciones inmejorables que propone el presente, y sobre el que
se tiene escaso mérito, debería ser mucho mejor, sin inseguridad,
corrupción, pérdida de libertades, inflación y tanto deterioro moral.

Es tiempo de despertarse. No es justo ni razonable, que una banda de
inmorales dirigentes, que han hecho una profesión de este modo de
manipular a la sociedad, se termine saliendo con la suya.

La libertad, los valores, los principios y creencias, no pueden ser
parte de una transacción donde se debe resignar cada una de estas
cuestiones para acceder a otras tan banales como cierto progreso económico.

En algún momento se debe poder reflexionar sobre esta cuestión de fondo
que ha tomado de rehén a los habitantes de esta sociedad. Lo económico
es importante, muy trascendente, pero jamás se puede aceptar como
argumento central para ceder un centímetro en materia de libertades.

El continente seguirá creciendo económicamente porque las condiciones
son más que saludables para que ello suceda. Algunos ciudadanos
preferirán seguir comportándose como hasta ahora, privilegiando lo
estrictamente económico. Otros apostarán con convicción a no dejarse
amedrentar por lo superficial y secundario.

No se necesita mucho más que poner las cosas en su lugar, recuperar las
convicciones, darle prioridad a lo que vale la pena, y entender que lo
económico es esencial, siempre que no nos hayan humillado previamente
para permitirnos lograr el progreso que tiene que ver con esforzarse y
obtener lo que se desea después de esmerarse para ello. Es tiempo de
hacer lo correcto y dar vuelta la página. La dignidad es el motivo adecuado.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=37452

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