jueves, 25 de octubre de 2012

Fidel Castro, ¿psicópata?

Fidel Castro, ¿psicópata?

El padre fundador del castrismo, Fidel Castro, podría ser el
revolucionario con los mínimos niveles de empatía, incapaz de sentir
nada ante el dolor de los demás
Joan Antoni Guerrero Vall
octubre 25, 2012

Uno de los problemas fundamentales con la Revolución cubana es la
absoluta falta de empatía de sus fieles y ciegos creyentes. Obcecados
con sus objetivos ideológicos y políticos (básicamente en mantener el
poder o contribuir a que unos pocos lo mantengan) olvidan finalmente
todo el dolor que van provocando y dejando atrás, devastando, sin que
ello les produzca ni tan siquiera la mínima pizca de emoción en sus
corazones, la vida de muchos que no tienen mayor control de sus vidas
que el de ir ajustándose a sus leyes absurdas, bailando al son de aquel
pequeño grupo que tiene tomado el poder.

Probablemente haya sido fundamental para que Fidel y Raúl Castro
consiguieran convertir en maestra su obra revolucionaria el contar con
miles de individuos incapaces de ponerse en el lugar del otro, ni de
contemplar el dolor que el sistema político produce en los demás, ni de
reaccionar al reino de la injusticia establecido en esa isla. Moldear
individuos sin empatía pudo ser parte fundamental del proyecto
revolucionario, contar con un ejército de individuos lo suficientemente
inmunes al dolor ajeno que pudieran seguir aupando a los poderosos en su
trono. Y los poderosos, dando duro.

El hombre nuevo, por lo visto, tenía que carecer de empatía. El expresar
molestia o dolor por las consecuencias de la aplicación de leyes
injustas y que vulneran todos los códigos internacionales se convirtió
además en delito. El daño causado, por ejemplo, por las leyes
migratorias, la en ocasiones irreparable herida en el alma que puede
causar el desarraigo y el distanciamiento familiar jamás han sido
contemplados como un problema por los revolucionarios, que hasta ahora
no se vieron abocados a mover ficha, y muy ligeramente que lo han hecho.

Sin entrar en consideraciones científicas, el tema de la empatía resulta
de gran interés a la hora de intentar comprender qué pasa por la cabeza
de los revolucionarios que no reconocen errores en el sistema, que no
consideran legítimas las quejas de sus compatriotas y que, por tanto,
imponen que la persistencia en el error sobrevenido en 1959 es el único
camino a seguir. Nadie puede cuestionarlo y quien lo haga estará
cometiendo una peligrosa desviación contrarrevolucionaria. Pensar fuera
o contra la Revolución solo creará frustración. Al cubano le quedan solo
dos opciones: o estar con el sistema o bien estar con el sistema, por
aquello de que "dentro de la Revolución todo, contra la Revolución, nada".

En este contexto, el padre fundador del castrismo, Fidel Castro, podría
ser el revolucionario con los mínimos niveles de empatía, incapaz de
sentir nada ante el dolor de los demás. Su caso, pasaría ya a la
categoría de psicopatía. Fidel Castro se muestra más en esta etapa final
de su vida como un auténtico psicópata, incapaz de guardar ninguna
consideración por los sentimientos ajenos. Está centrado en su moringa y
lo demás no importa, no existe. Difícil encontrar una sola Reflexión del
Comandante en Jefe en la que aflore la mínima preocupación por el dolor
de su gente; sus opiniones y disquisiciones han divagado siempre sobre
conflictos más allá de las fronteras de Cuba, como si en la Isla no
hubiese absolutamente ningún problema a discutir y por el que preocuparse.

Definitivamente, y no es una muestra de radicalidad, sino más bien una
firme voluntad de apegarnos a la estricta objetividad de los hechos,
podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que Fidel Castro es un
psicópata. Y es normal que si un psicópata accede al mando de un país
las consecuencias sean calamitosas.

http://www.martinoticias.com/content/article/15980.html

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