martes, 23 de octubre de 2012

De Varona, solo el nombre

Educación

De Varona, solo el nombre
Alberto Méndez Castelló
Las Tunas 23-10-2012 - 10:29 am.

El primer 'manual de moral e instrucción cívica' destinado por la
República a los maestros cumple 110 años en un ambiente de corrupción
generalizada.

Un librito de unas cinco pulgadas de ancho y poco más de seis de alto,
apenas 33 lecciones y un apéndice, cumple este octubre 110 años sin
penas ni gloria.

Pese al olvido, otros fueran los destinos de esta Isla si en el último
medio siglo se hubiera permitido a los maestros cubanos asomarse a sus
páginas e inculcar a sus alumnos preceptos tan ineludibles.

Pero aunque los doctores Fidel Castro Ruz y Armando Hart Dávalos, Primer
Ministro el uno, ministro de Educación el otro, desde sus más tempranos
años escolares debieron formarse según tales lecciones, una vez
conseguido sus ministerios en 1959, reacomodaron el sistema de enseñanza
prescindiendo de, al menos, la actualización de tan preciada obra.

Tal vez pensaron en la inconveniencia de tal librito para cuando las
palmas dejasen de ser verdes y se tornaran rojas: justo a partir de la
página 88, el autor describe el totalitarismo comunista como si, en
lugar de vivir a caballo entre los siglos XIX y XX, formara parte de la
sociedad cubana actual.

Principios de moral e instrucción cívica se titula la obra de Rafael
Montoro. Es el volumen II de la colección "Biblioteca del maestro cubano".

El doctor Carlos de la Torre y Huerta la adaptó para la enseñanza. El
prefacio es del doctor Enrique José Varona, a quien por la entereza de
su carácter y conducta inmaculada José Martí llamó "flor de mármol".

La obra está fechada en La Habana el primero de octubre de 1902. Fue
impresa en los talleres de La Moderna Poesía, en Obispo 135. Fue premio
en la exposición de París.

El tomito dice de la libertad, del concepto del deber, del bien y del
mal, del egoísmo y del altruismo, de la soberbia, la ira y el odio.

Dice de la envidia, la avaricia y de la venganza. Y dice cómo las
cualidades morales son eficaces correctivos de los vicios y purifican
las pasiones.

Ilustra el librito cómo el patriotismo y el valor nos liberan del
egoísmo y la cobardía, diciéndonos cómo el apego del hombre al trabajo
lo libra de la indolencia.

Explica cómo el poder legislativo, el judicial y el ejecutivo se
complementan para hacer fuerte la democracia de un país. Y nos hace
reflexionar cómo el buen o mal desempeño de la prensa marca el destino
de la vida pública de una Nación.

Dice tanto este libro, prologado por Enrique José Varona 110 años atrás,
que casi seguro no está al alcance de los alumnos de la Universidad
Pedagógica que lleva su nombre, por considerarse subversivo.

Acaso duerme este libro un sueño de más de medio siglo en la Biblioteca
Nacional. Pero un libro de esta naturaleza no está hecho para dormitar.
Suele ser peligroso: su ausencia suele despertar a todo un pueblo de mal
humor cada mañana.

De los niños decía el doctor Varona en el prólogo, editado a menos de
cinco meses de fundarse la república el 20 de mayo de 1902, para que los
maestros contribuyeran a formar ciudadanos responsables para con su
país: "Bien disciplinados moralmente, nada menos dificultoso que
adaptarlos a la funciones cívicas".

¿En Cuba funciones cívicas? ¡Vamos!

Sabido es, hoy la nación vive una crisis moral como nunca antes en su
historia y esa, y no otra, es la razón de su estancamiento cívico.

Refiriéndose a la hipocresía para el ejercicio del cubano como ciudadano
y no como mero caminante, Rafael Montoro escribía: "No basta parecer
bueno, es preciso serlo en espíritu y en verdad".

El mayor crimen de la actual autocracia no es la premeditación y la
alevosía empleados para hacerse con el poder. Incluso, no es la
corrupción del sistema en sí mismo, sino llevar a la descomposición de
la sociedad toda.

Llevado a los calabozos el pasado septiembre por represión al ejercicio
periodístico, en las celdas tuve oportunidad de conversar con jóvenes
que poco tiempo atrás se encontraban coreando el lema "Pioneros por el
comunismo, seremos como el Che".

Uno de ellos, de poco más de 20 años, me confesó cómo él y su hermano
menor aprendieron a robar enseñados por su padre cuando aún no habían
cumplido doce años.

Hoy el joven se considera un experto en desvalijar casas mientras sus
moradores duermen.

"¿Y si se despiertan?", le pregunté.

"Bueno, en ese caso vamos preparados, y uno de ellos, o de nosotros,
sobra en este mundo", contestó el joven con la fría serenidad del
asesino convicto.

También en los calabozos me encontré con cinco jóvenes santiagueros,
tres hombres y dos mujeres, que venían asolando la ciudad de Las Tunas
con sus robos con violencia e intimidación a las personas.

Uno de ellos ya llevaba 16 años en prisión cuando, a raíz de la visita
del Papa a Cuba, fue amnistiado. Salir de la cárcel y organizar su banda
de asaltantes callejeros fueron tareas ejecutadas al unísono.

La integrante más joven de la banda solo tiene 22 años. Mi compañero de
calabozo me dijo que la muchacha era hermana de un teniente coronel del
Ministerio del Interior.

¿A dónde se encamina la sociedad cubana?, se preguntará el lector. La
respuesta la dio el doctor Varona hace 110 años: "Bien disciplinados
moralmente, nada menos dificultoso que adaptarlos a las funciones cívicas".

Pero los cubanos, en lugar de ocuparse de funciones cívicas, nos
ocupamos de otros menesteres. Cuba posee hoy más académicos que nunca.
Pero son catedráticos de opereta. Abocetados permanecen en sus cátedras,
mientras simulan su magisterio y la sociedad cubana se hunde moralmente

¡Qué le importa al régimen la prostitución, el robo y la corrupción!

También como nunca antes, hoy en Cuba hay jueces, fiscales, policías y
cárceles dedicados a reprimir con eficacia a quienes delinquen, pero
solo si a ellos le conviene.

De eso se trata: Que los cubanos se ocupen de cualquier cosa, menos de
comportarse como ciudadanos, valga decir, como hombres libres en
ejercicio de sus deberes y derechos cívicos.

Mientras, que la Universidad de Ciencias Pedagógicas lleve el nombre de
Varona aunque la Biblioteca Nacional amordace sus palabras.

http://www.diariodecuba.com/cuba/13466-de-varona-solo-el-nombre

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