jueves, 11 de octubre de 2012

Colaboracionistas

Publicado el jueves, 10.11.12

Colaboracionistas
Alejandro Ríos

Un colega de los años ochenta me recordó que el chivato encargado de
desacreditar a la opositora Martha Beatriz Roque recientemente, trabajó
con nosotros en el Instituto Cubano del Libro, cuando la sede se
encontraba en Belascoaín y Desagüe. Por entonces le decían "el
tránsfuga". Ahora van a decir que estoy prejuiciado, porque este tipo de
persona causa repugnancia, pero el hombre ya en aquellos momentos era un
"chorro de plomo", como se dice en buen cubano y, sin duda, se labraba
una carrera como informante de la policía secreta porque siempre quería
saber más de la cuenta.

Piensen, por un momento, desde cuándo el aparato de "inteligencia" del
régimen sembró como vecino a este atorrante para ganarse la simpatía de
Beatriz Roque, una simple mujer de gran fortaleza y estoicismo, acosada
constantemente por los medios impunes con que cuentan los órganos
represivos en Cuba.

Se sabe que ya el colaboracionista no vive en la cuadra, pues cumplió su
misión, y cualquier día, tal vez, lo veamos en un video "ebrio de gozo"
como el deleznable espía Juan Pablo Roque, también sacado de circulación
después de conspirar contra la organización Hermanos al Rescate.

El operativo del "aguacate" es un capítulo diseñado para intimidar a la
disidencia interna pues la prensa extranjera no se hace eco de los
métodos utilizados que son totalmente ilegales en cualquier país que se
respete: grabación de llamadas telefónicas privadas y trampas de
descréditos minuciosamente dramatizadas, filmadas y transmitidas por
televisión.

El efecto entre los que luchan a contracorriente, ignorados por otros
cubanos y por la mitad del mundo, contra un régimen que no se anda con
tecnicismos legales, puede ser devastador pues siembra entre sus
miembros la desconfianza, la duda y la división.

En los círculos del infierno de la policía política cubana están los
uniformados y los de guayabera o safari, con sus rostros adustos,
letales, que cobran salarios por espantar al prójimo, los que aplican
sutiles torturas, anónimos verdugos; los violentos espontáneos de
empujones y pescozones y los deplorables "sembrados", que son de una
diversidad solo posible en cerebros enfermizos de tenebrosos planeadores
del mal.

A veces se ha tenido la esperanza de que reconocer y denunciar los
rostros de la represión en medios de prensa democráticos pueda tener
algún efecto cauterizador, como para que lo piensen dos veces antes de
seguir amenazando y golpeando porque un día pueden ser identificados
almorzando en el Versailles.

La experiencia, sin embargo, dicta lo contrario, aunque perturbe
decirlo. La nómina de delatores y adláteres del régimen aumenta y se
muestran con desparpajo. Lo más lamentable es que parece ser un
ejercicio por convicción porque no hay recursos monetarios para
remunerar actos tan deleznables.

Según un despacho de la BBC, ahora mismo en Alemania se trata de
reconstruir y ordenar los inmensos e infames archivos de la Stasi. Hay
computadores especiales armando el rompecabezas de documentos que fueron
despedazados a mano porque había pocas trituradores de papel de pésima
calidad y lo que se escucha en las numerosas grabaciones almacenadas
resulta espeluznante: una mujer en un juicio secreto llora porque la han
condenado a muerte y "Erich Mielke, jefe de avanzada edad de la Stasi,
explica en una reunión a sus colegas los peligros corruptores que sufría
la juventud de Alemania Oriental por parte del punk, los cabezas rapadas
y la música heavy metal".

"Otra grabación –de acuerdo con la información circulada por la BBC– es
de dos agentes que, torpemente, intentan poner un micrófono de espionaje
en un apartamento. Se oye cómo rompen un florero, sin darse cuenta de
que sus colegas ya habían conseguido instalar un micrófono y los están
escuchando".

El gobierno alemán considera que esta restauración minuciosa del oscuro
pasado resulta necesaria para exorcizarlo y muchas víctimas esperan
respuestas a incertidumbres históricas.

Los órganos de represión cubanos, tan arrogantes y arbitrarios, debieran
mirarse en ese espejo porque la hora del juicio final les llegará y tal
vez ya no habrá tiempo para condescendencias y entendimientos, luego de
atizar tanto el odio.

http://www.elnuevoherald.com/2012/10/11/1319444/alejandro-rios-colaboracionistas.html

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