martes, 2 de octubre de 2012

Bisagras racistas

Bisagras racistas
Martes, Octubre 2, 2012 | Por Juan Antonio Madrazo Luna

LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -En el encuentro mensual que
desarrolla la plataforma cívica Cofradía de la Negritud (CONEG), en su
habitual espacio de la casa comunitaria La Ceiba, en la barriada de
Puentes Grandes, en el municipio habanero de Marianao, se efectuó, el
23 de septiembre, un inusual encuentro con el economista Esteban
Morales, quien fue a ofrecer una breve charla sobre la "Politización del
tema racial en Cuba".

Ante una audiencia de no menos de 20 personas, Morales dijo: "El racismo
es un conflicto político en el cual negros y mestizos no tienen un poder
real, hay que reclamar y luchar para que seamos visibles, hay que atacar
la visibilidad estadística de la opción del color en el censo de
población y vivienda, el color aún no ha entrado en la escuela, hay que
colorear las variables socioeconómicas. Los negros siempre hemos estado
cerca del delito, la pobreza y la ignorancia"

Por su parte, Tomas Fernández Robaina, autor del célebre texto "El Negro
en Cuba 1902-1958. Apuntes para la lucha contra la discriminación", y
miembro de la CONEG, afirmó: "En esta lucha hay que sensibilizar al
poder, llamarle la atención a los poderes del poder revolucionario, pues
hay un problema político serio y siempre he dicho en todos los
escenarios que Cuba es un país racista y cada día lo demuestro más, el
racismo está en el poder, hay que romper las brechas"

A su vez, el escritor y cófrade Serafín (Tato) Quiñones, manifestó: "El
caballo de batalla de Fidel y más recientemente de Raúl ha sido el tema
racial, en el Partido y en la Asamblea Nacional hay una masa
representativa de negros y mestizos, pero ¿hasta dónde tienen poder
real, hasta dónde pueden exigir, hasta dónde pueden hablar? El Partido y
el Comité Central están informados de los fenómenos producidos, las
tensiones raciales, pero aún hay pasividad y mucha indiferencia"

Estos militantes subordinados al discurso del poder, aterrizaron al
darse cuenta de que el racismo en el contexto cubano es un conflicto
político. La nuestra es una sociedad cómodamente acentuada sobre los
prejuicios. La imagen de la Cuba mulata se utiliza desde el poder como
dispositivo para neutralizar la militancia racial, y es un mecanismo de
doble filo para silenciar las tensiones provocadas por la discriminación
y el racismo.

Esteban Morales pasa por alto que este fenómeno está marcado por las
relaciones de poder, que los negros y mestizos, al igual que una cifra
considerable de blancos, se encuentran anclados en un escenario de
críticas desigualdades, para lo cual no ha habido respuestas, ni
voluntad política, por parte de las autoridades, y menos aun intento
alguno de empoderamiento y acción afirmativa en desarrollo, como él
mismo propone.

La lucha frontal contra el racismo es una alarma que ha estado
desactivada permanentemente, por voluntad del poder, el cual impuso
hasta hace poco una política oficial de silencio sobre el tema. Este es
uno de los elementos que Morales evadió en su charla.

También pasó por alto que hasta el momento no existe un dialogo
horizontal, por parte del gobierno, con el Atlántico Negro en su
diversidad, con sus mecanismos de empoderamiento en la región, con
muchas de las agendas en sintonía con la histórica Conferencia de
Durban, con los diferentes dispositivos de la UNESCO, el Parlamento
Negro de las Américas, Ciudades del Mundo contra el Racismo.

Cuba está ausente de todos estos mecanismos, por decisión política. Aún
continúa el gobierno pasando por alto muchas de las recomendaciones
hechas, el año pasado, por el Comité para la Eliminación de la
Discriminación Racial, del grupo de trabajo de Naciones Unidas.

Si hace unos días se articuló desde La Habana una Red de
Afrodescendientes de las Américas, "anticapitalista", como suele
llamarla la periodista Gisela Arandia, es por simple clientelismo y
oportunismo político.

La comunidad negra en Cuba esta descapitalizada, y estoy de acuerdo con
que necesita de acciones afirmativas; no que la protejan, sino que le
permitan movilizarse en un marco adecuado de autonomía y empoderamiento.
Basta con mirar a nuestro alrededor para comprender que la población
negra-mulata no está en la primera fila de lo más representativo de la
economía emergente.

Si pasamos revista a las figuras económicas autorizadas desde el trabajo
por cuenta propia, negros y mestizos están representados como
carretilleros, cuidadores de baños públicos, vendedores de útiles de
limpieza, cartománticas, figuras coloniales en el entorno de la Oficina
del Historiador de la Ciudad, vendedores de maní, limpiadores y
remachadores de zapatos, servicios domésticos, recolectores de materia
prima y otras variantes.

Pero muy rara vez encuentras a un negro propietario de un
paladar-restaurant, o rentador de habitaciones, o incluso como artesano,
algo muy común en el siglo XIX.

En cuanto a la economía emergente oficial, están representados en la
esfera de servicios internos. Nunca como directivos. Cuando más,
ocupados en las tareas de choque como agitadores políticos, desde el
núcleo del partido o el sindicato o el servicio de protección y
seguridad, y es notable cómo brillan por su ausencia en las empresas de
absoluto capital nacional.

El poder les recuerda constantemente a los negros que "solamente gracias
a la revolución, pudieron ser personas". Algo que muchos hemos
identificado como un gesto subversivo de racismo que daña nuestra
autoestima, no solo emocional, también psicológica.

Según Amelia Rodríguez, una profesional negra en el campo de la
medicina, presente en el encuentro: "El dolor ajeno no es dolor. Los
dirigentes siempre han estado divorciados de la realidad de los negros
que estamos abajo, están de espaldas a una realidad que duele a muchos.
Muchas personas blancas también están sensibilizadas con el tema, pues
en el futuro inmediato las tensiones van a ser irreparables. Muchos de
los negros/as que han estado y están en el poder, además de no disponer
de un poder real, no tienen conciencia racial"

Afirmo también Amelia Rodríguez que no recuerda haber visto a dirigentes
como los comandantes Juan Almeida Bosque o Víctor Dreke, o a los
defenestrados Carlos Aldana y Juan Carlos Robinson, ni a los subalternos
más recientes, Pedro Ros Leal, Salvador Valdés Mesa y Lázara López Acea,
actual primera secretaria del partido provincial en la Habana,
pronunciarse al respecto.

Otros, recientemente promovidos, como Zuleyca Romay, la actual
presidente del Instituto Cubano del Libro, y Premio Casa de las América
2012, no sólo no se pronuncia contra estos problemas, sino que, para
colmo, ha dicho: "Uno de los verdaderos logros de la revolución es haber
derrumbado el edificio del racismo, solo queda remover los escombros"

El poder continúa aplazando y confiscando el futuro de miles de
personas. Se alarga la posibilidad de que entre cubanos podamos dialogar
públicamente sobre una de las urgencias que van a definir el futuro
inmediato de muchos cubanos.

Las narrativas de la colonialidad del poder no han dejado de estimular
ambientes de apoyo, relaciones horizontales de autoridad y, a la vez,
mediante sus órganos de control y represión, intentan desmovilizar
políticamente a la población negro-mulata, en pleno ejercicio de
empoderamiento ciudadano. Ese es uno de los tantos elementos que Esteban
Morales ha silenciado.

A la sociedad civil cubana le urge construir respuestas reales y
eficientes, interrogar cada uno de los índices del racismo y la
discriminación, multiplicar los espacios de aprendizaje donde todos
seamos protagonistas, donde negros y blancos, tengamos una real cuota de
poder. Se hace necesario y urgente desmontar el ensamblaje de dos
bisagras (silencio y desigualdades) que desde hace mucho tiempo nos
incomoda.

madrazoluna@gmail.com

http://www.cubanet.org/articulos/bisagras-racistas/

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