jueves, 29 de septiembre de 2011

LA COMPLEJIDAD DE LA POLÍTICA

LA COMPLEJIDAD DE LA POLÍTICA
29-09-2011.
Alberto Medina Méndez

(www.miscelaneasdecuba.net).- Como sucede en casi todas las actividades
que el ser humano encara, la política se viene complejizando a un ritmo
sostenido, se está sofisticando cada vez más con el paso de los años,
aunque muchos se sigan resistiendo a comprenderlo y pretendan
interpretarla de un modo lineal.

La política ya no es para amateurs. Definitivamente, ya no se trata sólo
de apelar a la suerte, algo de carisma o seguir tradiciones. Como en
tantos otros quehaceres, tiende a la profesionalización, a la necesidad
de recurrir a especialistas, de conformar equipos de trabajo preparados,
formados técnicamente y dispuestos a construir una alternativa posible.

Antes, el solo hecho de pertenecer a un alineamiento político, a un
sector de la partidocracia, era más que suficiente para obtener un
caudal de votos importante, que prácticamente garantizara un resultado
electoral.

En el presente, los partidos, tienen cada vez menos gravitación, son
poco respetados, están desacreditados y no generan mayor adhesión por sí
mismos. La sociedad se permite decidir con otros parámetros, más amplios
y diversos, desideologizados y fundamentalmente evaluando al candidato
más que a su pertenencia partidaria.

Un factor relevante en estos tiempos, tiene que ver con la estructura,
la logística partidaria, la territorialidad, la capacidad de disponer de
dirigentes en toda la jurisdicción y de utilizar esas posibilidades con
inteligencia.

Una estrategia adecuada, es decir un diseño de las acciones que habrá de
llevarse adelante para lograr el objetivo, resulta indispensable. Una
mentalidad, capaz de pensar en los próximos movimientos propios y del
rival, implica disponer de la astucia del ajedrecista.

Una visión adecuada del marketing, de las herramientas más modernas que
permitan llegar a cada sector de la sociedad, se torna vital en este
despliegue. También se precisa de una táctica comunicacional afinada,
apta para transmitir ideas, que permita sensibilizar al electorado.

La experiencia, no es un ingrediente menor en esta historia. Pesa mucho
el conocimiento de los procedimientos, el acceso a los rudimentos
cotidianos del sistema y, obviamente, la habilidad para aprovecharlos al
máximo.

Los recursos económicos son un componente crítico. Quien más fondos
dispone incrementa sus chances, aunque abundan las historias de
candidaturas respaldadas por un gran capital, que no fueron suficientes
para derrotar al circunstancial adversario.

El contenido del discurso, el manejo de un eje temático central y
algunos otros secundarios, no pueden faltar a la cita. Una dialéctica
vacía, plagada de slogans sin sentido, no llevará al político en
cuestión a buen puerto.

Los más experimentados dicen que un buen candidato es imprescindible.
Malos postulantes acompañados de una multiplicidad de instrumentos
secundarios, no suele funcionar. Tampoco la formula inversa, la del
aspirante con excelente perfil, sin algunos otros condimentos que
acompañen, resulta exitosa.

La visión asociativa, ese espíritu de conformar acuerdos que posibiliten
mejorar las chances, sumando de a uno, no puede estar ausente para aquel
que quiere hacer de este un oficio respetable.

La capacidad para soportar derrotas y levantarse luego de cada traspié,
la serenidad a la hora del intercambio de acusaciones, el estilo
personal del candidato, su prestigio como individuo y como profesional,
su talento como orador, su simpatía y carisma, la habilidad para liderar
procesos y equipos, cada uno de esos elementos es importante. En fin, la
lista es casi interminable. Son tantos los requisitos que se precisan
para emprender una postulación política, que muchos fracasan por
subestimar el asunto.

Ninguno de los aspectos enumerados es irrelevante. Tampoco es preciso
que todos ellos convivan en absoluta armonía. Queda claro que todos son
claramente necesarios, pero de ningún modo aseguran el éxito de un
proyecto político.

Innumerables situaciones, del contexto circundante, alteran las
posibilidades e intervienen fuertemente en un eventual resultado. Se
necesita de uno y cada uno de estos aspectos. La sincronización de estos
factores, la inteligencia para articularlos y la capacidad para
construir algo alrededor de ellos será determinante.

La política definitivamente ya no es para improvisados. Quienes no se
tomen en serio esta actividad al momento de decidir incursionar en ella,
no saldrán ilesos del intento, y sólo obtendrán a cambio fracasos y
frustración, además de conclusiones erróneas. No es que no se pueda
hacer política para vencer a los de siempre. Pero suponer que cualquier
advenedizo puede intentarlo de modo intuitivo, con algo de instinto y un
pretendido sentido común, es desconocer la naturaleza de las cosas, el
funcionamiento de la sociedad y no tener los pies sobre la tierra.

El mundo se ha complejizado. La política no escapa a la regla, y más
vale que si alguien, decide dedicarse a ella, se la tome con el debido
respeto, evitando la tentación de la improvisación. Este proceso de
sofisticación en realidad recién empieza, y cada vez será más necesario
acompañar esa complejidad, con el profesionalismo que el tema amerita.

Algunos históricos de la partidocracia, aun no se dieron cuenta y siguen
pretendiendo hacer las cosas como siempre, sin percibir que la realidad,
el mundo, se ha modificado para siempre. Muchos de los más nuevos en
estas lides, caen en la trampa de subestimar a la política como
actividad y creer que el submundo del que vienen les da los elementos
suficientes.

Si alguien piensa que este es un asunto simple, sencillo, lineal, donde
con un par de ingredientes alcanza, se equivoca. Participar en política
supone antes que nada tomar nota de su complejidad.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=33765

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