martes, 31 de mayo de 2011

EL NO PAN DE CADA DÍA

EL NO PAN DE CADA DÍA

31-05-2011.
Hugo Araña
Corresponsal de Misceláneas de Cuba
(www.miscelaneasdecuba.net)- Aunque el  título parezca algo estrambótico  se ajusta bastante a la situación que presenta la ración de pan normado que la población compra cada  día en nuestras tristes y esqueléticas bodegas.


Asunto que desde hace tiempo, tanto la prensa oficialista como la opositora lo sacan en sus respectivas páginas web. Por supuesto, cada una según sus puntos de vistas, pero que a veces coinciden. (¡Qué casualidad!)

Ambas,  coinciden que el pan que se vende a la población, dista mucho de tener la calidad requerida, según los parámetros establecidos por  el Ministerio de la Industria Alimenticia.

El último informe procedió de inspecciones realizadas a diversas panaderías de la capital. Y  en esas  hubo de todo como en botica. Administradores *desconocedores de las reglas higiénicas que deben mantenerse en ciertos centros de elaboración*;  almacenamiento de  tártaras  receptoras de pan situadas en el suelo; pesos  por debajo de lo establecido; poca higiene en sentido general en  dichos lugares; jefes  de turnos ausentes en sus horarios correspondientes, etc. etc., etc., que  se haría demasiado extenso este comentario.

Pero bueno, nada de estos males son nuevos. Desde tiempos inmemoriales se conocen, pero hasta estos momentos  *el cuartico está igualito*, pese a las críticas que a veces vemos. Además, que el artículo aparecido en el diario  Granma  mayo 26, no comunican las acciones tomadas frente a estos desvaríos presentados en muchas panaderías (¿será que alguno de los violadores tiene algún  parentesco  con  uno o una de los inspectores, y  no le pasaron la cuenta?, ¿o que para callarlo fue premiado con una libra de manteca, o cuatro de harina para hacer  en su  hogar croquetas o frituras?)

Pero más cerca del lugar donde vive este comentarista, aquí en la ciudad de  Matanzas, tenemos noticias de otros asuntos que inciden negativamente en  la confección del pan,  según nos han denunciado algunos vecinos de ese lugar,  que,  en la panadería situada en el reparto  Camilo Cienfüegos, es de sobra  conocido  que el pan  (¿pan?) que elaboran, parte de la manteca, libras de harinas – y no se crea que dos, que además no está a la venta pública-, la venden a los panaderos particulares para confeccionar galletas y palitroques, que después venden a la población sin problema ninguno.

Resultado de esta violación es que el pan  llamado de la cuota,  carece de sabor,  más seco que si procediera del mismísimo desierto del Sahara,  huérfano de una gotica de aceite o manteca, y para colmo, sin sal, al parecer,  *conscientes sus trabajadores de que en esa forma ayudan  a los hipertensos*,  con el resultado de que en la mayoría de las ocasiones, uno no sabe bien  si lo que ingiere es pan o un mendrugo   de procedencia desconocida, con parentesco de los E.T.

Mientras, para los que portan el maléfico CUC, pueden adquirir el otro. Ese sí. Ese es PAN sin discusión alguna. Lo mismo del tipo polaco, cubano, cuadrado, en barras, etc. Es decir, el que prefiera.  Pero por supuesto, ¡no faltaba más!,  con el CUC por delante.  Y además con el rótulo de *Donateli* en sus bolsas  transparentes e higiénicas, que con sólo verlos, el apetito hace de las suyas en nuestros estómagos, siempre faltos de alimentos a cualquier hora no sólo de día, sino hasta de madrugadas, cuando  los  intestinos nos despiertan por encontrarse vacíos.

Esa cuadratura desacuadraturada  se observa en mi país, donde nuestros selectos dirigentes se vanaglorian de que la igualdad es la constante número uno para la ciudadanía. Sin embargo,   para el que sólo maneja la llamada y cada día más desprestigiada Moneda Nacional con que le pagan a nuestros trabajadores  hay un pan; y   para el que puede, el otro por supuesto,  más exquisito, más fino, con regio  parentesco para que posea la otra moneda.

Si esto no es una segregación panadera, que alguien más avezado en el asunto me ayude a adjudicarle otro calificativo más explícito. Mientras, nuestro pan, el de la cuota, el pobre, famélico, falto de proteínas y minerales, producto de la corrupción  existente en muchas panaderías del país (¡ojo, no me atrevo a decir todas!),  seguiremos adictos a él a conciencia, o mejor dicho, a  la necesidad.
Así sucede. Así continúa sucediendo.  Vamos a ver hasta cuándo.


http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=32454


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