lunes, 20 de diciembre de 2010

En busca del modelo que saque a Cuba de la crisis

En busca del modelo que saque a Cuba de la crisis
Port Eduardo Kragelund
Nota correspondiente a la publicación del día Sábado de 18 de Diciembre
de 2010

Los cubanos, desde los partidarios acérrimos de la revolución hasta los
más refractarios al sistema socialista, se lanzaron a discutir las
reformas económicas que necesita el país bajo la premisa, tan clara como
sorprendente, planteada por el comandante Fidel Castro: "el modelo
cubano ya no funciona ni para nosotros".

La luz verde dada por el líder de Sierra Maestra blanqueó lo que
cualquier cubano vive en carne propia: el modelo actual, basado en la
centralización al estilo soviético y bajo la presión del embargo
comercial, económico y financiero implantado en 1962 por los Estados
Unidos, ha dejado de funcionar hace rato.

Ejemplos hay a montones. Uno de los más elocuentes es la "libreta de
abastecimiento", creada en 1963, cuatro años después de instaurada la
revolución, con la idea de garantizar una alimentación básica para toda
la población.

Lo cierto es que la libreta de abastecimiento devino en libreta de
racionamiento. Hoy en día, el pan, arroz, azúcar, aceite, pollo, frijol
y café que proporciona la cartilla sólo le alcanza a una familia cubana
para vivir entre diez y quince días.

El resto del tiempo tiene que buscar cómo "resolver". Es decir, se las
tienen que ingeniar. Los que reciben dinero del exterior recurren a las
tiendas en divisas -otrora exclusivas para diplomáticos y periodistas
extranjeros-, donde hay variedad de productos, pero a un costo que
supera el doscientos por ciento los precios del mercado interno tradicional.

Los que no cuentan con dólares enviados por sus familiares buscan
aumentar sus ingresos por vías no legales, pero toleradas, porque con
los 24 dólares mensuales que ganan en promedio difícilmente pueden
cubrir sus necesidades en el mercado negro.

La famosa libreta es, precisamente, uno de las herramientas más
cuestionadas en la actualidad por los dirigentes cubanos y seguramente
será abolida en el VI Congreso del Partido Comunista, previsto para
fines de abril del 2011.

Según el "Proyecto de lineamientos de la política económica y social",
un documento de 32 páginas con 291 propuestas preparado para el cónclave
partidario, la eliminación de la libreta es sólo la punta del iceberg de
los cambios que se propone poner en marcha La Habana para remover una
estructura calificada por los más altos dirigentes revolucionarios como
deficiente e injusta.

El proyecto que está a debate plantea una descentralización económica
que hasta no hace mucho era considerada un pecado contrarrevolucionario.
Se trata de adelgazar al Estado, otorgando a las empresas una mayor
autonomía y aceptando diferentes formas de propiedad y producción, para
erradicar el bajísimo nivel de productividad que hay en la isla y de
incrementar los ingresos gubernamentales.

El propio presidente Raúl Castro habla de hacer cambios estructurales en
el sistema que supondrán la eliminación de 1.800.000 empleos estatales
(36% de la fuerza laboral) y de muchos subsidios, una inédita apertura a
la iniciativa privada y al capital extranjero que absorbería esa mano de
obra, y la descentralización de la agricultura.

De hecho, el gobierno empezó en octubre el recorte de 500.000 empleos en
el Estado, para el que trabajan cinco millones de personas, en lo que se
considera la primera fase de la reducción de las "plantillas infladas"
que tanto pesan en el presupuesto nacional.

Uno de los sectores que más se verán afectados es el agrícola. Se prevé
el cierre masivo de empresas estatales con el fin de revertir uno de los
problemas más graves del país: un 80% de los productos de la canasta
básica depende de las importaciones mientras permanece ociosa un 50% de
la tierra cultivable.

Sin duda, el "Proyecto de lineamientos de la política económica y
social" aporta una cuota de realismo sin precedentes para encarar la
profunda crisis económica desatada en 1991, cuando se derrumbó la Unión
Soviética y surgió la actual Rusia de Vladimir Putin.

La desaparición del llamado "socialismo real" le quitó a la isla su gran
soporte económico -vía subsidios y ayudas de todo tipo- y puso en
evidencia que medio siglo de revolución -con el insoslayable "aporte"
del bloqueo estadounidense- no había sido suficiente para lograr el
desarrollo industrial y agropecuario que mínimamente requiere el país.

De ahí surgieron el "período especial", el ajuste de cinturones que
enfrentaron los cubanos a principios de la década del 90 para soportar
la abrupta retracción del 36% del Producto Bruto Interno, y se gestaron
los cambios radicales que ahora se propone consagrar el VI Congreso del
Partido Comunista.

La pregunta es, entonces, qué será de la revolución que se inició en
1959 y que durante décadas sirvió de faro para cuanta rebelión se
produjo en el Tercer Mundo en búsqueda de una sociedad mejor.

Los líderes cubanos han subrayado que una cosa es reconocer la
ineficiencia de la tutela del Estado y otra un regreso al capitalismo.

"No hay reforma, es una actualización del modelo económico.

Nadie piense que vamos a ceder la propiedad, la vamos a administrar de
otra forma", subrayó el ministro de Economía, Marino Murillo.

La garantía para el mantenimiento del socialismo estaría centrada
financieramente en la política tributaria. Con la cantidad de
trabajadores que pasarán a la iniciativa privada se calcula que para el
año que viene se incrementará la recaudación impositiva en unos 1.000
millones de dólares, dinero que, según diversos funcionarios, permitirá
sostener los programas sociales y a la vez "regular y desestimular" la
"concentración de la propiedad".

Algunos especialistas en el tema cubano, como Atilio Borón, han
reforzado esta idea señalando que se trata de llevar adelante "reformas
socialistas que potencien el control social, es decir, el control
popular de los procesos de producción y distribución de la riqueza. El
socialismo, correctamente entendido, es la socialización de la economía
y del poder, mas no su estatización".

Otros, en cambio, tienen serias dudas. Nadie discute la necesidad de las
reformas planteadas. Pero a la vez se preguntan si la profundidad y
naturaleza de los cambios -apertura al capital privado, reestructuración
de la propiedad, liberación comercial y agropecuaria, etc.- no terminará
modificando radicalmente al sistema mismo. Los analistas sostienen que
la experiencia indica que una vez que te meten un pie, ya es muy difícil
volver a cerrar la puerta.

http://www.telam.com.ar/vernota.php?tipo=N&idPub=206700&id=392857&dis=1&sec=1

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